¿Qué día era? No lo recuerdo. Pero en el mismo instante que cruzó el umbral de la puerta se me erizó la piel sin sentido alguno. Quizás un sentido de intuición se hacía presente. Puedo describir todos los sucesos entre los pocos cuatro exactos pasos que separaban esa puerta de mi cama, donde yo, apenas intentaba cobrar conciencia.
Mientras intentaba abrir los ojos por primera vez en el día a la par del amanecer podía entender que ese caminar no era el habitual, que su ropa estaba un poco desalineada y que su gorra muy intencionalmente se balanceaba sobre sus ojos para tapar su rostro. ¿Qué era esa mochila? Intentaba comprender mientras él también intentaba, sin éxito, no hacer ruido en la habitación.
Al cuarto paso ya era definitiva la alerta. Su mirada estaba perdida. No pregunten cómo, todavía no emitía sonido, pero pude notar un nudo en su garganta. Como si quiesiera gritar, pero su voz, desgarrándose en la tristeza silenciosa, era inexistente. Sus pómulos parecían hundidos.
Ahora recuerdo: era invierno. Yo llevaba una remera verde.
El tiempo estaba detenido. O parecía no correr.
En el instante que culminó su cuarto paso, se detuvo frente a la cama. El niño solo tuvo el impulso inocente de un abrazo. Gracias al niño, en ese segundo todo fue claro: algo andaba verdaderamente mal.
El abrazo se extendió los segundos necesarios para que yo pudiera ver que sus manos intentaban aferrarse a la vida con todas sus fuerzas. Cuando logré reaccionar, su caricia en mi cara estaba terminando y su pie derecho ya daba la vuelta apuntando otra vez hacia la puerta. Sus manos estaban frías. Extrañamente frías.
Me dio un beso en la frente y se despidió. Solo bastaron dos palabras: "Cuídense mucho".
No reaccionó a mi llamado. Rápidamente busqué mi ropa mientras las lágrimas ya corrían por mi mejilla pero no fue suficiente para alcanzar un alma así de triste. Él ya había cerrado la puerta. Sabía que por el niño debía quedarme ahí, en la casa.
No respondió a mis mensajes. Nadie más me creyó. Ahora sí: el tiempo corría. La ciudad se volvió un laberinto. ¿Dónde más buscarlo?
Su vida estaba en peligro.
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