carezco de apatía— mis entrañas se retuercen si no puedo amarte de forma correcta; es, de alguna forma, un castigo: alguna vez tuve la osadía de enorgullecerme por no sentir y ahora lo pago amando, con cada hueso, cada latido y cada pensamiento.
¿pero es castigo la palabra correcta?
pues no hay otra condene que desee más que esa— enséñame, de esa manera dulce que sólo tú sabes, cómo debo proceder. ya no atiendo llamados externos, pues mis oídos parecen filtrar el llanto y las malas lenguas. por primera vez, en mucho tiempo, puedo ver con claridad, los globos oculares de mi corazón parpadean con la fuerza de un huracán y escarban un hueco en el centro de mi pecho para poder percibir.
estoy luchando por ti, ¿es que acaso no lo ves? no existe juicio ni final, es realidad encarnada en poesía poco estética.
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