Departamento 115

[...]

¿hasta cuándo dejaré de buscar los brazos invisibles del hombre que no me abraza?,

apenas recosté mis pensamientos sobre tu pecho supe que no me amabas;

ni yo tampoco te amo, ni te amaré,

no sabía ni sabré muchas cosas de ti,

no sabré nunca el verdadero color de tus ojos, ni conoceré el lunar que tienes en el brazo derecho, ni el tamaño exacto de tus manos, ni podré saber por qué razón sonríes, qué te conmueve y qué es aquello que te hace prevalecer ante el mundo cruel,

¡mírame y dime qué ves!,

que yo hace tiempo dejé de ver.

[...]

nunca había sentido un vacío tan inagotable como este, que me ataca todas las mañanas, justo en la cama, antes de partir al trabajo, antes de contemplar tu mirada,

parece nunca tener fin,

siempre habrá un manojo de desdichadas pasiones que lo alimente, lo mantenga vivo, ardiente, que arme escándalo entre mis paredes,

¿y ahora cómo olvido?,

¿cómo te olvido?,

¿cómo olvido el color de tus sábanas y el aroma de tu cabello y el número de tu departamento?,

¿cómo olvido el nombre de tus diez gatos y el sonido de tu voz tonta cuando me hablas y la figura de tu cansado rostro?.