demandant la fin qui n'arrive jamais

arrastrando mis noches, ensangrentadas

me entremezclo entre lo sacro y lo mundano

entre las noches azuladas

las mañanas despegadas, escarlatas

en los montes de la locura

donde hice sonar un réquiem

será que amar me dejó desangrado

con las pocas fuerzas necesarias

para escribir las canciones

que nunca cantaste

ni secretos que nunca contaste

podria buscarte, anestesiado

con el cruel absurdo

que se me mezcla entre las lágrimas

se infecta como una herida

que nunca trate de sanar

escucho respirar con ese tono, descompensado

sin compas, los lamentos

en las mañanas las comparten

el loco y la estrella

que pelean por la luna

infinita, inpasiva

que busca besos vacíos

para olvidar el mal trago

que supuso amar

calculo las distancias

que cuestan, como cuestan las miradas

esperadas pero esquivas

que se yergen en este yermo inospito

que con sus luces que me escurren

las lágrimas blancas

las excusas repetidas

promesas de amor sobre un brazo

y un papel hecho barquito

caricias olvidadas por la piel

una estación vacía y el tren

que por fin llegó

para devolverme sin sentido

al dios muerto

que convulsiona y se retuerce

pidiéndome que vuelva

que deshaga el pesar

que supone existir

las resonancias me atraen

reiterativas

y añoran al antaño majestuoso ser

que hoy son despojos

de un interminable universo

de carne y sangre

que aprietan las cuerdas para volver

lentamente al ente primigenio

que descansa en la nada

esperando

la inevitable caída de la vida

de la esperanza

caigo, preso del pulso

reiterativo

que me llama

y me pide volver

pero creo, no hay donde

entonces espero

nostálgicamente

la llegada de la valentía

de la mañana

para irme por fin

dejando atrás el dolor que supone

saber que no hay forma

que no hay manera

de ser feliz, otra vez