-del otro lado del río- capitulo 2

Lo prohibido nos atrae.

La necesidad de romper las reglas y hacer cosas no aceptadas nos consume.

Y más si desde pequeño te lo han prohibido todo.

Más si tienes una ira y presión que no puedes manejar.

Todo empieza con una regla rota, una escapada de clase, y sigue con desobedecer los principios y las leyes que le han impuesto a las personas durante decadas, y si nosotros las rompemos... Nos condenamos a una muerte segura.

Adam desperto de su pequeño trance cuando su padre cerro la puerta con un fuerte portazo, un estruendo que resono en toda la casa. Adam y su hermana pequeña clarisse estaban acostumbrados a ese trato, el regaño esta vez había sido provocado por las "bajas notas" de Adam en su ultimó examen,  con un 80/100. Para una sociedad tan exigente como era la de droite, un 80/100 (que es un aprobado) era considerado una deshonra.

Los padres de Adam y Clarisse ese día los dejaron sin almuerzo y cena.

Adam tenía el sueño de salir de la burbuja en la que vivía, pues, sus padres además de su exigencia hacía sus hijos, eran muy, demasiado sobreprotectores, prohibiendole muchas cosas, lugares, personas, pensamientos.

Cuando su hermana Clarisse se tomo una pequeña siesta, el penso en algo, la peor idea que pudo haber tenido.

Escaparse.

Adam solo quería sentir un poco de adrenalina, necesitaba la motivación y las urgentes ganas de liberarse lo obligaron a cometer tal acto.

Adam abrio un poco la ventana y escucho el ruido de la ciudad, algo silenciosa, pues a esta hora los niños estudiaban.

Al lado de la ventana de Adam (que quedaba en el 2do piso) había un arbol, un viejo roble, grueso y con muchas ramas.

Adam subio por una de las ramas y vio el horizonte, vio un bosque que de veía muy tranquilo a lo lejos, vio a unos pajaros sobrevolando el área.

Aunque el sabía que ese lugar iba a estar vació por su historia y por su peligro el miedo que su pueblo le tenía a la frontera y la regla no escrita de jamás ir al peligroso lugar.

Decidió que sería un lugar perfecto para una escapada rápida, sencilla...

Corrio por las solitarias calles de Droite, el unico rastro de vida eran los arboles y las amas de casa barriendo el pavimentó hablando y contándose los últimos chismes.

Corrió sin mirar atrás hasta que las casas y pequeños negocios se acabaron, el unico rastro de que ahí había existido vida eran unas construcciones que parecían haber sido demolidas hace unas seis decadas.

Camino lentamente, sintiendo el pasto y las hojas secas crujir bajo sus pies, rompiéndose en varios pedazos.

Escucho el agua, que fluia libremente, ceyendose por una pequeña cascada.

No como el que avanzaba con cadenas en todo su cuerpo, a paso de tortuga.

Como era un extenso río vio el agua, que reflejaba la luz de la tarde.

Avanzo lentamente y cuando estaba cerca de llegar a la orilla vio a una joven.

Adam penso que ella estaba igual que el, en una realidad que no le pertenecía, que estaba escapando del mundo en el que vivía, que era como una prisión sin salida.

Pero también se fijo en su mirada perdida, como si ocultara algo más allá de una prisión, ¿quizás era un vacio profundo?, o un resentimiento oculto? Algo que el no podía descubrir pero sentía una gran intriga por aquella dama.

Igualmente se fijo en lo hermosa que era la dama, sus facciones, tan delicadas como fuertes, una mezcla perfecta. Unos ojos marrones oscuros, vacíos pero con deseo de amor. Su pelo café oscuro y ondulado, que caía sobre sus hombros y se los cubría al mismo tiempo. En su estilo de ropa, tan casual como hermoso.

De por si toda esta situación era surreal y prohibida Adam sintio un impulso, un deseo totalmente inimaginable.

Hablarle a esa dama por la que sentía tanta curiosidad.

El deseo de conocerla.

Entonces tomo aire, agarro la voz más fuerte que le salia y grito:

―¡eh, tu!, ¿quien eres?

Entonces, hizo contactó visual con el amor de su vida, aunque ninguno de ellos lo sabía aún.