Del odio al amor

Del odio al amor

La calidez de sus palabras poco a poco se fue perdiendo, hasta el punto en que la frialdad reinaba entre su prosa. Lentamente fue tomando distancia, de tal forma que la única manera de comunicarnos era a base de monosílabos. Con nuestros cuerpos sentados en el mismo sofá pero nuestras almas separadas a kilómetros de distancia, aquel momento que pretendía ser de cálida compañía se tornó en una incomodidad insoportable. Mi corazón ansiaba su cariño, mis labios deseaban estar cerca de los suyos y mis manos anhelaban sentir el suave tacto de su piel, pero mi mente se negaba a olvidar. 

Sutilmente, desvié mi mirada hacia su rostro. Recordaba con tristeza aquella mirada furtiva entre discusiones, aquellos gritos, aquellas palabras llenas de veneno que se clavaban como puñales en mi corazón. Ambos nos herimos, nos cercioramos de probar bien nuestro odio, llenando nuestras almas de sucio rencor. Llegamos a aborrecernos hasta tal punto que los pequeños detalles de nuestra personalidad, que tanto amábamos en un principio, nos empezaron a irritar. Mis numerosos gestos al hablar, su peculiar manera de reír, todo superaba nuestra tolerancia cada vez más mermada. Realmente la odiaba y sé que ella también me odiaba a mí. 

En varias ocasiones pasó por mi mente el pensamiento de dejarla marchar, pero de algún modo entre todo aquel odio, aún existía una pizca de amor. Y ella, sé que ella también lo pensó pero en su interior algo le decía que debía quedarse a mi lado. Así que seguimos recorriendo un mismo camino juntos, con la esperanza de volver a cruzar esa fina línea que nos separa del odio al amor.