- ¿Qué le pasa?
- No sé. No arranca.
Hoy no quiero una manta, no me tapes, dejá que me acuesto así, en remera, irritándo a todas las madres de Victoria; y a sus sextos sentidos. En el piso, sí, dejame, y si pudiese ir a acostarme al jardín sin comprometerte, también lo haría. Necesito el frío irrumpiendo en mi cuerpo, atando cada uno de mis extremos con cuerdas imperceptibles. Necesito la inacción dictada por un cerebro, que está buscando alguna forma de permanecer. Y yo quiero quedarme, te juro, pero no encuentro camino razonable, no puedo ya dejar de exponerme a este helar violento, en el que mis partes autónomas dictaran un corte, un no distribuir más mi sangre hacia los extremos. Un concentrar eficaz, de todas mis energías muy cerca del pecho, forzando un corazón a un nuevo paso, a una irrupción del letargo, a tirarse un vaso de agua en la cara cuando está dormido. Un nuevo pulso en la sangre, una nueva velocidad que me recorra por dentro; que le recuerde, que sólo esta entumecido, todavía no muerto.
Estoy harto,
de tener que ir al mecánico y escuchar siempre las mismas boludeces;
que la chata no prende,
porque bombeé demasiado el acelerador,
y se terminó ahogando.
O que no prende,
porque no bombeé demasiado el acelerador,
cuando ya había prendido.
No sé si seguir insistiendo mientras da vueltitas lo que sea que haga prender un motor,
o retirarme sin que arranque,
antes de agotar completamente la batería.
No sé si llamar a la grúa,
Quedarme Indefinido en el tiempo,
Helándome, en medio de la noche.
- ¿Qué le pasa?
- No sé, no arranca.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión