Dejar de pelear con lo que es

Locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes.

Cuando los problemas empiezan a acumularse, las situaciones por resolver parecen no tener fin, solemos darle rienda suelta a nuestra mente cuando no tenemos herramientas para salir de ahí.

El gran tema con esto es que enfocarnos en el problema lo único que hace es que atraigamos aún más problemas o agrandarlos más de lo que realmente son. Nos preocupamos en vez de ocuparnos.

Probablemente en algún momento quisiste escapar, o lo seguís haciendo, mudándote de lugar, utilizando alcohol o drogas, utilizando las redes y el teléfono todo el día, teniendo vínculos que no suman nada a tu vida, las fiestas, comprando o durmiendo incluso, con la esperanza de que cuando el momento terminara tu vida sea mejor, los problemas estén resueltos y lo único que sentís es un gran vacío que se agranda cada vez que volvés a la realidad.

Vivir nuestras vidas escapando la realidad, o peleando con ella lo único que nos genera es más sufrimiento. Sentimos que queremos que todo sea diferente, pero seguimos haciendo siempre lo mismo esperando que algo cambie.

Claro que cambiar y hacer las cosas diferentes requieren un esfuerzo, requieren de mucha valentía para enfrentar el proceso que puede resultar muy doloroso. Porque implica transformarnos nosotros, dentro, para que luego eso se transforme afuera. Tenemos que empezar a ver quienes hemos sido hasta el momento, que creencias estuvimos alimentando, que heridas debemos sanar que nos han hecho atraer la vida que tenemos, porque si, la vida que hoy tenés es producto de las vivencias que has tenido y las elecciones que has tomado, y hoy la responsabilidad de cambiar es completamente tuya.

No es fácil enfrentarse a todo eso, pero si vale mucho la pena. Porque del otro lado te espera la vida que sí querés vivir.

Sin embargo, no esperes cambios inmediatos. No creas que porque hiciste algo diferente hoy ya mañana todo estará resuelto. Es un proceso, es práctica y eso lleva tiempo. Pero no pienses en todo lo que aún te falta por recorrer, en todo el trabajo que tenés por delante, porque eso solo te hará sentir ansiedad, volver a sufrir y querer volver a escapar.

Viví tu proceso como un paso a paso, como un viaje en el que el destino es hermoso, pero podés aún así disfrutar de la ruta, del paisaje, de unos mates en el camino, y buena música. Y cuando menos lo esperes llegarás a destino.

Pero tampoco veas tu vida como un lugar al cual llegar. La vida es un viaje largo, con muchas paradas y desvíos. Es constante aprendizaje y siempre habrán cosas que no te gusten, que quisieras que fueran diferentes. La diferencia radica en cómo decidas ver los obstáculos; pueden ser un problema o pueden ser una oportunidad de aprendizaje. No hay lugar al cual llegar en la vida, hay cosas por aprender, al fin y al cabo, si siempre fuera todo fácil sería bastante aburrido el camino.

Un antídoto sencillo, pero poderoso para aceptar la realidad como es y dejar de pelear con ella es la gratitud. La gratitud nos ayuda a quitar el foco del problema y enfocarlo en lo bueno que sí tenemos. Así podemos dejar de pelear y sufrir con nuestra realidad y empezar a agradecer aquello que sí nos gusta y queremos elegir, para empezar a atraer más de eso. Tu mente encontrará más de aquello en lo que te enfocás.

Así que, ¿Qué podés agradecer hoy de tu vida? No importa lo chiquito e insignificante que parezca, la idea es empezar a poner el foco en lo que sí querés. Y vas a ver que poco a poco todo irá cambiando y verás cada día aún más cosas por las que agradecer.

Anto ♥