Un deseo gaseoso se me enreda en el pecho y me da arcadas. Tengo ganas de que leas lo que escribo,que verbalices en voz alta cada sílaba en la que se impregna tu nombre, que te empapes de mis versos. Estoy enojada, más bien
furiosa con tu egoísmo inocente, calculado. Las musas ya no acuden a tus cantos, quiero creer que estas solo,
que vas cayendo solo por este laberinto rayado que te conforma.
Miento, soy débil y en verdad
mi deseo descansa en que hoy te estes riendo mientras soplás las velitas veintiuno y que nunca más vuelvas a pensar en mi,
no pasa nada,
yo puedo llorar por los dos,
y comprar curitas para cicatrizar este hueco que aún palpita.
Las palabras por debajo de las palabras, te extrañan. En cada rendija se filtra tu voz, en cada intersticio
tus acordes.
el cielo apunta a nuestras estrellas, ya ves, sos un lucero que me ruega atención cada vez
que cierro los ojos, dejame dormir.
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