Santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
dejame beber de tu piel embriagadora,
convertirme en devota de tus caricias,
y arrastrarme a tus pies por un poco de piedad.
Hazme mártir de este amor,
esclava de tus caprichos divinos,
y permite que mi alma se pierda en el abismo de tu luz infinita.
Dejame comulgar en el altar de tu cuerpo, profanar mí fé en cada centímetro de tu piel,
y ofrecer mí carne como sacrificio al fuego sagrado de tu deseo.
Dejame pertener un rato a tu reino,
aunque sepa que jamás será mío por completo.
Aunque mí exilio este escrito en cada latido de tu inevitable ausencia.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión