hay una mirada cansada que ya no encuentra cómo volver a la vida.
si me dejara cuidarle, yo podría acomodar su cabeza en mi pecho y ayudarle a recuperar la calma perdida.
¿quién sabe dónde terminaremos cuando se acabe el camino al doblar la esquina?
por eso te ruego, alma mía, déjame abrazarte.
no intento salvarte.
creo que más bien, cuando sienta los latidos de tu pecho palpitar justo debajo de las llamas de mis dedos, yo volveré a tierra y seré una con ella.
déjame abrazarte.
no intento salvarte.
no soy dios, ni santo,
no tengo oraciones que remueven el llanto.
solo tengo este corazón que se hace pequeño al darse cuenta de que la vida no te trata como lo mereces.
déjame ser quien te enseñe.
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