Dedos de seda

Los pétalos desconectados de aquellas manos que simulaban tulipanes me angustiaban. Quizás él, quien pretendía jugar, no advertía que yo también lo hacía, fingiendo movimientos con cariño mentiroso. O quizás, realmente él no jugaba, sus movimientos quizás eran el reflejo de un cariño encapsulado, que intentaba salir lo más rápido posible. Mis párpados bajaban y subían lentamente, logrando visualizar mis largas pestañas, apoyada en aquel brazo de décadas, en aquel brazo con una historia tatuada, pero secreta. Cuántas veces habrá el presenciado la luna? Cuántos te amo él habrá pronunciado?

Los ojos que se olvidan de haberte visto, son los ojos de el que más me duelen, aquellos que sin esfuerzo alguno saltean mí mirada. El silencio visual que él tiene conmigo, no hace más que interesarme por resolver el misterio de sus ojos. Lo veo pasar a paso apurado acompañado de un par de zapatos que él me ha confesado que siempre ha odiado. Dice que es difícil, comprendo que es mentira, pero si en realidad es difícil?

Mis días no tienen sentido, las agujas se retrasan hasta la noche, dónde se apuran porque él ha llegado. Me fijo en las copas de los árboles para concentrarme en mí respiración, muchos comentarios, dicen que me voy a terminar enfermando, dicen que la vida así no se disfruta. Y aunque me cueste, admito que yo también empecé a odiar ese par de zapatos.

El me dice "imposible, no ves esto, es muy difícil.", no sé si se refiere a mí. Seré tan difícil de amar?

Pero en la noche, cuando solo las sábanas ven esto, me duermo tranquila a su lado, porque a pesar de la dificultad y de aquel par de zapatos, yo lo amo.