I
Siempre vi el dinero
como un simple papel.
Desde chico,
me acerqué a esos billetes
por mi abuela.
Jubilada, cansada,
se gastaba todo
en darme gustos
que ella nunca tuvo.
Estuvo poco tiempo.
La vejez se la llevó,
dejando apenas su recuerdo.
II
Mis padres,
obreros incansables,
renegaban conmigo.
Yo,
creyéndome dueño
de lujos que no tenía.
III
Empecé a trabajar.
A mirar el dinero
de frente:
su peso,
su alcance.
IV
Hice la vida de otros
más cómoda:
lujos, excesos, placer.
Yo lo tenía todo,
o eso pensaba
cuando despertaba.
V
Del todo a la nada
no hay tanto tramo.
Vinieron la caída,
las pérdidas,
los ceros.
Rutina.
Hoy, con tiempo y camino,
entiendo:
no tengo valor.
Y por eso,
soy millonario.
Verdaderamente invaluable.
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