yo no me pertenezco, ni te pertenezco, ni les pertenezco.
he sido parte de muchos ojos, pero de ninguna mirada. he tocado manos que no sabían sostener y he habitado espacios que se cerraban apenas los cruzaba. cada vez que dije «aquí» el suelo se abrió un poco más, cada vez que dije «soy» alguien corrigió la forma de mi voz.
y así con los años fui borrándome sin querer, no por cobardía, sino por supervivencia.
hay días en que ni mi cuerpo me reconoce, mis pensamientos se dispersan como palomas espantadas y mi reflejo a veces no devuelve el gesto. y es que por mucho que haya amado, mi amor nunca fue un ancla. nadie se quedó por mí, <ni yo fui patria para nadie>, fui ajena incluso en las casas donde se pronunciaba mi nombre, fui la excepción de cada regla, la voz que sobraba en la sala, la presencia sin asiento.
y sin embargo aquí estoy, no para pedir lugar, sino para decirlo claro:
que hay belleza también en no caber en ninguna parte, <en ser grieta> / en no deberse a nadie.
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