Decidir

- Si seguimos así se va a caer todo el árbol sobre la casa - me decías con tu mirada miel abejas volando entre girasoles y retornando al panal a hacer más de ese color que te llenaba de luz el rostro.

- No me da para cortarlo, ni arrancarlo de raíz ni quitarle a mansalva los brotes. Podemos cortarle un poco las ramas, hacer que crezca para el otro lado y no para el lado de la casa - Trataba de convencerte de algo que hasta yo veía proyecto sin fundamento ni fuerza de esperanza.

- Se cae para el otro lado y con las raíces levanta todo todo, no le veo otra alternativa - insistías tan cálida, con tanto cariño sabías que la salida era una cosa o la otra y si la casa se iba nosotras también pero son el árbol quizás sobrevivía algún nosotras.

No lo entendí al principio, tenía que haber otra alternativa. No se puede crear una tercera opción si de las 3 entidades involucradas, vos yo y árbol, sólo una es la que busca ese resquicio olvidado de las urgencias cotidianas, la tangente desaparece en la bruma diaria.

Logré con el tiempo entenderte en la ambivalencia de los días, de mi propia marea que a veces inunda bahías y otras veces se resguarda en una cueva pequeña debajo del manglar que ella misma alimenta. Tan cálida era tu cueva que me costó enterrar la ilusión que inventé en la que eras protagonista, unas conversaciones que afloraban de las fantasías imberves de una milenial enamorada.

No logro entender aún cómo alojar todo lo que deviene en el trascurrir de mi historia, intento hacerlo con consideración y amor, con palabras y compartir, con alegría y honestidad. Prefiero no saber y que me descubran sorpresa con una pregunta en la cara de niña que aún mantengo a pesar de las experiencias y del tiempo.