Tantas veces en las que mis expectativas me juegan en contra y en donde las decepciones son muros muy altos que me convierten prisionera y me vuelven diminuta.
Cuando espero que los demás me amen igual que yo a ellos, que me dediquen la misma atención que yo a ellos, que me apoyen como yo a ellos. Pero no sucede así, porque los demás no son igual que yo.
Me convertí en una persona totalmente diferente a lo que yo soy, a lo que mi esencia proclama que soy. Y eso no me ha gustado nada, me perdí por evitar sentirme rechazada. Me perdí por querer encajar. Me perdí por evitar que me hirieran. Me perdí por darle tanto valor a lo que las personas pensaran o dijeran de mi. Me perdí a mi misma por evitar cualquier tipo de dolor y terminé generándome uno, tan silencioso, disfrazado de cansancio crónico, de anhedonia y tristeza.
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