Dear... Ansiedad.

Querida ansiedad:

Tú más que nadie sabes que no sé cómo escribirte, ni mucho menos describirte. Tú más que nadie sabes que no me siento capaz de enfrentarme a algo tan duro como hablar contigo. Querida, tú que llegas y golpeas con fuerza luego de un largo tiempo sin aparecerte, tú que me asfixias y aceleras mi corazón.

Ansiedad, que llegas de golpe y ahogando, que callas y me haces temblar, mientras quiero llorar pero no lo permites. Tú que inquietas mi mente, que reemplazas todo lo que ya estaba bien, que me haces fantasear con cosas negativamente imposibles. Maldita ansiedad que ahogas, maldita que llenas, que apareces cuando nadie te invita y me haces creer que no sé cómo sacarte de mi pecho, que me estresas, me confundes y me desanimas. Maldita ansiedad que me haces esperar de más y quedarme ahí, maldita que me haces llorar y temblar hasta no respirar, maldita que me haces tomar pastillas. Horrible ansiedad profunda y cortante, que me haces dudar y no confiar ni en mí ni en lo que siento, pienso o creo.

Horrible ansiedad que amanece conmigo sin ser invitada, que me haces jugar con mis manos o mover los pies, maldita que no me dejas dormir y tampoco despertar, maldita que quiere que descanse pero me lo pone imposible, que me llena de palabras y me hace pensar en todas aquellas que dije, pensé y dudé. Que llegas y me revuelcas y me descompones y nadie te dice nada.

¿Qué haces aquí? ¿Cuánto más falta para que te vayas? Ya te llevaste las horas de sueño, ya te llevaste mis vistas al amanecer al madrugar, ya te llevaste mi seguridad al salir. Te llevaste mi tiempo para disfrutar conmigo, te robaste mis silencios y mis gritos, te llevaste mis lágrimas y mi sentir, mi progreso y lo orgullosa que estaba de este. ¿Qué carajos te hace falta para estar satisfecha y largarte?

¿Por qué vienes y vas, querida ansiedad?

- Sayla.