Hiperactividad mediante.
Hay, sí, vidas que se agobian cada noche por lo inacabado en el día, que se despiertan con la ansiedad de tanto por hacer. Es un vivir dándose una importancia excesiva, como si lo que no acaban, lo que no hacen, fuera fundamental para la vida. Como si, de morirse de repente, el mundo fuera a detenerse.
¿Qué hubiera hecho Leonardo si hubiera vivido tres vidas?
Podemos pensar en los genios que han pisado los adoquines de la Tierra, y, con ellos, en sus obras no hechas. ¿Qué tanto ha perdido el mundo con tanta muerte de mentes excelsas? Inconcebible.
Pero, de los más, la muerte con su hacer, no roba nada a la posteridad.
Así que, menos prisas.
Y es que el tiempo nos persigue solo si nos dejamos atrapar. La urgencia de lo inacabado suele ser solo un espejismo de trascendencia, una trampa del ego que se resiste a aceptar su propia irrelevancia.
Leonardo, ya que estamos, con tres vidas, quizás habría inventado la máquina del tiempo y, quizás, habría vuelto a la primera para corregirse, o, probablemente, se habría ahogado en su propio genio. Pero la mayoría no dejamos cabos sueltos ni generales presos, porque nunca tejimos nada que importara.
Así que sí, menos prisas. O, si las hay un día, al menos, que sean por algo que valga la pena.
¿Y qué la vale?
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