En el intento de poner algo del día a día en palabras, hoy escribo desde el Central Park, escuchando a tres músicos. Ayer llegamos a Nueva York, me quedé en Brooklyn con las chicas y esta noche ya me voy a un nuevo alojamiento, con otros amigos.
Compré un café enfrente al Guggenheim y el pibe que me lo hizo me transmitió mucha ternura. Me hizo recordar mi delicadeza para poder seguir los días de forma más leve, ya que los últimos se hicieron, por momentos, un poquito densos.
El “encuentro” humano me sensibiliza y me ayuda a vivir. Es indispensable. Llamo encuentro a lo sencillo de esa micro charla que tuve hoy con el chico del café que me dijo “you’re so sweet” y me preguntó de dónde era.
No conocía Uruguay.
Me gusta ser de un país chico, recóndito, casi extravagante. Esa especie de “fin de mundo” que genera curiosidad. De viaje me voy dando cuenta como nuestro cotidiano puede resultar increíblemente rebuscado para otros.
Hoy, ser uruguaya fue algo rarísimo.
Entre relatividades, le respondí que lo googleara porque Uruguay vale mucho la pena <3

Lucía
Me animé a publicar cuando leí que escribir, publicar y que te lean es la combinación salvadora. Uruguaya.
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