De regreso a Casa

Girando entre canciones.
Del Lola, de artistas que cantan lo que no me animo a decir:
Tú tan tan, Falta de quererte de Mon Laferte, Odio que no odio de Lasso, Arruinarse de Tan Biónica, Drivers License de Olivia Rodrigo...

Pensé en esta historia, en este instante detenido en el tiempo.
Me pregunté qué me trajo hasta acá, cuál fue el momento exacto en que decidí irme.

El pecho me lo recordó.
Bajé del colectivo, subí al último auto, miré la noche estrellada,
y la soledad se sentó a mi lado.

No había nadie esperándome en casa.
Nunca lo hubo.

Cuando viajé sola, vos estabas lejos.
Cuando mi primer recital en La Plata, cuando volvió No Te Va Gustar post-pandemia, vos no estabas.

Y me pregunté:
¿Qué tan importante es vivir una historia de amor?

Perdí ocho veranos descifrando silencios,
intentando hacer encajar dos piezas que no eran del mismo rompecabezas.
Me repetía: aceptamos el amor que creemos merecer.
Pero yo merecía más.

Quería a mi compañero de viernes,
de bailes bajo luces de colores,
de recitales cantados con los ojos cerrados,
de viajes improvisados,
de locuras sin explicaciones.
Mis flores amarillas.

Y fue ahí donde me miré,
y supe que no quería estar con vos.

Miro las estrellas.
2022. El año en que perdí a mi hermano.
El año en que aprendí que hay dolores que nunca se van,
que se llevan en la piel, en la memoria, en la voz quebrada al nombrarlos.

Y entendí.

No quería perder más tiempo.
Vos no lo eras.

Tal vez,
te encuentre alguna madrugada,
en una canción triste que suene bajito en un auto que no es el mío.

Pero hoy, con esta nostalgia de martes post feriado,
recojo los pedazos de mí,
y espero que pronto, el viento me lleve de nuevo a las ganas de vivir.