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    De pastor a Rey

    gabo

    Nov 26, 2024

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    De pastor a Rey
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    Otra cálida mañana en Belén. El sol besaba tibiamente la arena del desierto y allí, dentro de un redil, ciento de ovejas. El niño se acercó para saludarlas y lo curioso era que, a cada una le había puesto un nombre. Luego les daba de comer y las llevaba a pastorear por la región. 

    El muchacho que aún no era mayor de edad pasaba casi todo el día con ellas, debía cuidar el rebaño porque fue la tarea que le encomendó su padre Isaí y al ser el menor de 8 hermanos no podía negarse, ya que era una costumbre en la tribu de Judá. Los peligros estaban a la orden del día, leones y osos merodeaban la zona y en más de una oportunidad el varón tuvo que enfrentarse a ellos. El valiente niño en sus pocos años de pastoreo, ya se había enfrentado con varios de estos animales y si bien terminaba en muchas ocasiones, muy herido, lograba vencerlos. 

    Su trabajo era mantener a las ovejas con vida y que ninguna de ellas se le perdiera. Era sin duda un trabajo muy demandante para un niño. La naturaleza y los animales le habían enseñado mucho. Poco a poco fue forjando su carácter y fue haciéndose valiente, fuerte, audaz, rápido e inteligente. 

    Su rutina era agotadora y como todo niño soñaba con jugar como cualquier otro de su edad, lo que él no sabía que todo su esfuerzo estaba siendo visto por alguien. 

    Había veces que llegaba tan cansado a su casa que solo se iba a dormir y no quería ni cenar con su familia. Dicen que el niño tenía una fuerza de voluntad tan enorme que parecía que alguien le daba fuerzas sobrehumanas. A pesar de su vida pesada era muy educado y respetuoso. Era bien parecido, pelirrojo y de buena presencia. Pero en su casa solo era el niño que pastoreaba las ovejas. No tenía el lugar que se merecía, siempre sus hermanos eran los preferidos y los que supuestamente harían prosperar a la familia. Lo que ellos no sabían que los planes de Dios para con él eran otros. 

    Pasó el tiempo y la rutina de David, el niño, no cambiaba. Calor o frío llueva o no debía cumplir con su deber. Algo que si le gustaba y mucho a este pequeño hombrecito era la música. Siempre llevaba consigo un arpa y cuando las ovejas estaban alteradas él se disponía a tocar suavemente y ellas se tranquilizaban hasta que se quedaban dormidas. Mientras lo hacía oraba y clamaba a Dios, sus ojos siempre miraban al cielo y su profunda mirada se perdía por unos instantes en un pensamiento. Solo Dios sabía lo que pensaba. 

    De repente, una mañana el muchacho se sintió diferente, como que algo le presionaba en el pecho. Pero no le dio mucha importancia, agarró sus cosas y partió hacia el redil. 

    El día transcurría normal, no había peligro por la zona y las ovejas estaban pastoreando con total tranquilidad. Sin embargo, a él se lo veía nervioso como nunca antes, algo presentía, pero no lograba descifrar que podría ser. Se sentó a la orilla de un río tomó su arpa e intentó tocar sus cuerdas, pero nuevamente una punzada en el pecho impidió que lo hiciera. Miró al cielo como buscando respuestas de por qué se sentía así, pero el cielo callaba. 

    Se quedó dormido y perdió noción del tiempo. Se despertó frotándose los ojos y se asustó al ver a un hombre que lo miraba. 

    Levántate David! - dijo aquel hombre. vamos a casa, Samuel te espera- agregó. 

    El joven no comprendía lo que decía el visitante, estaba confundido y se preguntaba por dentro si algo malo había hecho. Tal vez su padre quería regañarlo, o quizás perdió alguna oveja mientras se durmió. La incertidumbre lo encandilaba, pero debía obedecer. 

    Caminaron en silencio, David no se atrevía a preguntarle porque lo había mandado a llamar. Un tiempo después, llegaron. 

    Ingresó a su casa y allí estaban su padre y sus 7 hermanos, sentado junto a la mesa estaba Samuel, el hombre que envió Dios. Su pecho comenzó a latir cada vez más fuerte y su mirada era una mezcla de intriga y asombro, a pesar de todo, no perdía su templanza. 

    Samuel, lo miró, se levantó de la silla tomó el cuerno con aceite y lo ungió sobre la cabeza de David. 

    En ese momento Dios consagró y nombró a David Rey de Israel. 

    La presión en el pecho había cesado. 

    gabo

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