De nuevo, siempre de nuevo

De nuevo el sol se pone, de nuevo la noche llega, de nuevo el mar se aleja, de nuevo las almas están en pena. 

El día parece corto, y la noche se hace larga. ¿Por qué las desgracias? ¿Por qué el dolor? ¿Por qué otra noche de insomnio? Y, ¿por qué otra noche de amargor? 

De nuevo da vueltas en la cama, de nuevo las lágrimas se esparcen en su cara, de nuevo el aire se escapa, y de nuevo su alma se apaga. 

Oh, querida luna, ¿por qué llorar? ¿Por qué sufrir? Si de todas maneras, su amor no volverá, su apoyo se desvanecerá y su aceptación nunca llegará. 

Sus pies al baño van, su ropa en el suelo está. Su cuerpo está así, mas su mente en otro lugar está. Sus manos se mueven solas, no controla sus movimientos. 

Después de un rato, en el silencio de la noche, agua se ha de escuchar. Su cuerpo en la tina está. Y su mano, como si estuviera acostumbrada a lo que va a buscar, con rapidez se mueve ya. 

Siente que se ahoga, siente que está muriendo, pero, por más que siente, sigue viviendo. ¿Por qué el mundo es cruel? ¿Por qué no lo dejan dormir? 

Con un rápido movimiento su mente vuelve a él. Sus manos tiemblan y el dolor le hace sentir vivo, mas su corazón sufre y su cuerpo es un calvario. De rojo se tiñe el espacio, y ve el agua teñida irse con ojos muertos. 

Se repite constantemente —de nuevo—. Su corazón late, y lo siente en su brazo, en su cuerpo, en su alma. 

Sus lágrimas caen, su cabello azabache se pega a su cara, su pálida piel se tiñe de rojo, mientras su alma vuelve a romperse. 

Y sin más, como todas las veces que pasa, espera a que el rojo deje de salir. Sin curar su herida, tal vez esperando que el dolor lo salve, o tal vez esperando su muerte alguna de esas noches. 

Oh, luna. ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué no puedo dormir? Si se supone que tu arrullo calma el alma. Oh, luna, tu luz llega a todos menos a mí.