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    De mis entretelas.

    Dolbach

    Jan 5, 2025

    76
    De mis entretelas.
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    Personas no gratas.

    Vinicius, según muchos: Provocador, tramposo, quejica, mal deportista, mala persona, y un largo etcétera.

    Un demonio se diría. Alguien que no merece respeto. Una basura.

    Yo creo que exageran por una inquina contra su camiseta y que si vistiera otra, no sería tan denostado.

    Lo veo torpe en su gestión de la frustración (y eso lo paga caro), pero por lo demás...

    También le pasa algo similar a la actriz y cómica Lalachus. Gorda y hereje sin gracia ninguna (hasta el ínclito Savater tiene los santos testículos de...).

    Pablo Iglesias, Irene Montero, el Real Madrid entero, Willy Toledo, los Bardem... Entre gente tan alta no voy a ponerme yo, pero también cuento con mi público en ese sentido.

    Pero ser no grato para quien a uno tampoco le agrada, no es sino el equilibrio, la entropía, la naturaleza en su salsa.

    Los de la barbacoa y su inquina hacia mí cuentan con toda la reciprocidad de mi alma. Por ejemplo. (Nuestra Señora del ladrillo les otorgue los dones que en verdad merecen).

    Todo alguien, cuenta con sus detractores: El rey (uno y otro y la Bárbara), Rajoy, Aznar, Ayuso, Sánchez, Ana Rosa Q; hasta Jordi inmortal Hurtado, ha de tener quien lo odie (tanto sonreír al final se paga caro).

    Solo no teniendo presencia puede librarse alguien de la maledicencia.

    Así que, si es por el decir del prójimo, todos gilipollas, todos mala gente, todos al averno condenados.

    Fue Cristo, y lo crucificaron...

    Corolario:

    "Las personas no gratas son, en el teatro social, los villanos elegidos por consenso, los chivos expiatorios del tedio colectivo. No es que hagan siempre algo reprochable, sino que cumplen una función: encarnar aquello que una tribu decide detestar. Vinicius no es Vinicius, es el jugador del equipo rival; Lalachus no es Lalachus, es el espejo en el que no queremos mirarnos; Iglesias y Montero no son más que banderas de un bando que el otro necesita aborrecer. Ser "persona non grata" es, al final, un título honorífico otorgado por el odio ajeno.

    La maledicencia, ese deporte universal, no discrimina por altura, peso o relevancia. Si acaso, premia a los más visibles. Cuantos más ojos te ven, más lenguas te lapidan. De los reyes al anónimo vecino con la música alta, todos somos, en algún momento, destinatarios de las pedradas del prójimo. Pero, ¿no hay cierto consuelo en eso? Quien es detestado también es notado, y quien es notado tiene existencia plena en el teatro humano.

    Al final, el equilibrio es inevitable. Los de la barbacoa detestan al solitario escritor con sombrero, pero el solitario escritor con sombrero les devuelve el favor con elegante desprecio. Cada ladrillo de Nuestra Señora del Ladrillo, como cada palabra arrojada con rabia, construye un edificio de mutua hostilidad que, paradójicamente, da ramaje a la convivencia.

    Y sí, incluso el Cristo que predicó el amor fue crucificado. Tal vez no hay mayor prueba de relevancia que ser odiado. Tal vez ser "persona no grata" es, en cierto modo, un sello de autenticidad, una prueba de que uno, como el viento, mueve algo a su paso".

    Dolbach

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