Que cada ser necesita ser expresado con libertad,
que con libertad significa sin límite, o al menos
el límite de su propia merced que se entiende por
la vida que tenía antes de caer enfermo.
Que cada necesidad del ser es consecuencia
de su propia falta de merecer lo que necesita, y
por lo tanto actúa en consecuencia de lo que le falta
para merecer lo que necesita su propio ser.
Que cada consecuencia del ser es en sí misma,
que merece lo que tiene y actúa a partir de lo que le falta
para merecer lo que le falta, y que por faltarle
actúa en consecuencia de lo que le falta.
Que se entiende por faltante aquello que el ser necesita,
necesita aquello que le falta y actúa en consecuencia,
pero no actúa solamente por lo que le falta,
pero si actúa en consecuencia.
Que la consecuencia del ser es lo que merece por faltarle
aquello que necesita para su propia existencia, y se entiende
por existencia a aquello que el ser es
en su expresión libre.
Que la expresión libre del ser es precisamente
aquello que merece tras haberle faltado
por su propia consecuencia
a pesar del tiempo que pasó con faltas.
Que la gloria del ser es precisamente
la consecuencia que lo lleva a tener
lo que merece por sus actos, y no
por sus actos en consecuencia.
Que los actos en consecuencia son sólo
el camino que lleva al ser
a merecer lo que necesita
en el tiempo que le lleva su gloria.
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