De la A a la Z.
Oct 23, 2024
Treinta y tres botones.
Walk Man siempre prefirió vestirse por la cabeza. Por eso ingresó en el seminario.
Dos años de filosofía, tres de teología y dos años más para prepararse y concluir los estudios.
Una sotana no está hecha para ponerse por los pies.
Desde la ceremonia en la que se la hicieron, Walk repasaba su tonsura cada mañana, aunque no le gustaba nada. Se consideraba un esclavo marcado así para que el mundo siempre supiera su condicion de siervo.
Con el negro vestir, tampoco renegó nunca del alzacuellos.
Solo cuando decidía olvidarse de sus ficticos hijos, las ovejas de su redil, y ejercer contra las normas y obligaciones de su oficio, el padre Walk usaba traje azul con corbata y sombrero.
Wila Berinto, su procuradora de pecado, era la única que sabía que aquel hombre que cada primer lunes de mes, martes si aquel era fiesta de guardar, se pasaba por la mancebía (nunca quiso él llamarla casa de putas), era párroco a unas cuantas leguas de allí. Lo que más le costaba desnudar era su tonsurada cabeza.
Media jornada le llevaba llegar hasta aquel lenocinio a lomos del penco viejo que hacía mucho que no estaba para esos pecaminosos trotes. A mitad de camino, en un corral de campo medio derruido, el cura cambiaba la sotana por la americana, los pantalones, camisa blanca y corbata a rayas. Y el sombrero de fieltro.
Llegaba al deseado infierno hecho un pincel.
Entre unas cosas y otras, veinte minutos, despedirse de su hetaira y otra vez de vuelta a casa, a su iglesia de la Magdalena, no sin antes pasar de nuevo por el viejo corral vestidor.
El padre Walk Man se justificaba a sí mismo su mensual lascivia dándose a entender que la advocación de su modesta parroquia le daba licencia para...
María de Magdala. Y que para comprender a los pecadores hay que conocer el pecado.
Y así fue hasta el día siete de marzo de mil y novecientos y sesenta y cinco.
El sexto Pablo entre los Papas ofició misa sin el latín como idioma oficial de la Santa Iglesia de Roma:
"Y yo aquí haciendo el gilipollas con la sotana, la tonsura y el alzacuellos".
Abandonó el seno y se fue con Wila, su Magdalena, a vivir una vida sin cortapisas.
O eso creía.
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