De la A a la Z.
Oct 20, 2024
Si tienes un mal día.
Salva Manteles anda siempre metido en fregados de mucha enjundia.
Su trabajo como asesor de altos cargos es aún de mayor responsabilidad que la de los propios asesorados. Aquellos pueden en última instancia culpar a sus asesores.
Salva sabe que es difícil ser feliz con un quehacer como el suyo.
Por un lado la propia toma de decisiones.
¿En qué sentido asesorar en determinadas circunstancias?
Una vez decidido eso (a veces es más difícil que de costumbre), hay que plantearse el modo de asesorar (se puede ser más o menos contundente o más o menos laxo, etc.). Luego lo concreto: Palabras, tonos, determinación, euforia, comedimiento...
Y todo eso es la labor más mecánica, aunque no ha de resultar siempre fácil. Pero luego está la propia conciencia: ¿He asesorado pensando en el bien general, en el de un sector concreto, en el del Partido, en el mío propio?
Y otra duda: ¿Y si estoy equivocado y equivocando al Presidente?
Las consecuencias de sus actos pueden ser de una repercusión enorme.
Cuando más dramático pero más realista se pone: Hay vidas en juego.
Salva tiene Poder. Nadie lo ha votado y poca gente lo conoce. No hay admiradores que le pidan autógrafos ni detractores que le silben o le increpen. Salva es un tipo anodino, solitario, mustio, gris, insípido, banal, insustancial. Pero tiene Poder.
Yo le conozco de las juntas de vecinos. Acude siempre, no como yo que voy de Pascuas a Ramos.
Se queda en el rincón más apartado y rara vez opina. Levanta su mano para votar cuando es el caso y si habla es en un tono bajo, sin divagaciones y con brevedad:
"En mi opinión, el gimnasio requiere de unos recursos que se apartan de lo que sería un aporte vecinal solidario; en definitiva el setenta y ocho por ciento de los vecinos no utilizan esas instalaciones, así que considero que el gasto inherente, debe ser sufragado, al menos en un cincuenta por cien, por los propios usuarios. Habría, por supuesto, que determinar una normativa de uso y abono de las cuotas relativas.
Gracias."
Cuando escuché por primera vez una de sus pláticas, tuve la sensación de que aquel tipo merecía mi atención.
Me he ido acercando a él y hemos logrado tener algo parecido a un simulacro de amistad.
Hablamos de vez en cuando.
Hoy mismo. Hace cinco minutos:
"La vida es una mierda. Yo soy una mierda. Para mí, la Humanidad entera es una mierda.
Me voy a una reunión; el Presidente ha de decidir si declaramos la guerra a China."
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