De la A a la Z.

Puede que con un poco.

Hali Tosis había nacido de espaldas. No se trata de comentar aquí un parto difícil. Es metafórico. Lo que cuento es que ya desde niña todo le iba mal. Huérfana enseguida, cayó en manos de unos tíos segundos, usureros y ruines, que no le dieron amor y sí trabajo.

Fue la criada para todo en aquella casa oscura hasta que se pudo escapar, por edad, de aquel mal trato.

Pero podía ser peor, claro, y si no lo fue porque lo anterior fue muy malo, a mejor no fue.

Él era policía. De los de más bajo rango. No daba para volar más alto. Él era un mal bicho.

¿Por qué el amor?

A veces suceden las cosas por una cuestión de conveniencia. El pial precisa una abarca y así a la viceversa. Se unieron por embarazo, por el qué dirán y por la Iglesia. Un completo con todos los números para ser un desastre.

Y lo fue.

El policía tenía el talante habitual de los que se dan a ese oficio. Autoritario y retrógrado conservador. Machista, juerguista y pendenciero.

No todo policía es eso en todo ni en parte, pero lo descrito abunda en el gremio.

El embarazo no llegó a buen puerto. A los seis meses Hali tuvo un accidente doméstico y perdió a la niña.

No se investigó nada, claro, ella dijo lo que dijo y él... policía.

Al año sí lo denunció. Las palizas iban a acabar siendo un asesinato.

No fue fácil la travesía siguiente. Huir y esconderse. Asuntos de abogados y jueces. Mal. Hali seguía yendo de culo.

Pasaron años de mil historias decepcionantes y amargas. Amistades fracasadas, precariedad en todo. Así hasta hoy mismo.

Hoy, un viernes de octubre, ha comenzado una nueva vida.

Hali se ha encontrado un billete de veinte euros.