De l A a la Z.
Oct 23, 2024
Anacoretas.
Vero Simil me escribe cada año por san Gerásimo. Es su modo de decirme que nunca me ha olvidado.
Vero y yo vivimos desde la adolescencia un simulacro de amor platónico. Mis púberes poesías aparecían entre las hojas de su libro de historia. Sus deliciosas sonrisas me alegraban la clase de matemáticas.
Ya no eramos niños, pero como niños vivimos esa especie de ignorado amor, sencillo e inocente.
Fue mucho después, ya con las distancias, cuando nos dimos cuenta de lo que no habíamos hecho porque no supimos que podíamos hacerlo. Besarnos, al menos.
Vero, eso creo, quizás en principio me quiso como se quiere a un gato desvalido que aparece en el patio de casa. Yo era tan poca cosa... pero luego debió descubrir algo en mí que la sedujo y así se lió ese lazo que hoy sigue uniendo nuestros pensamientos de vez en cuando.
Ella era tan guapa...
Lo sigue siendo (a veces incluye una foto entre las palabras).
Han pasado más de cuarenta años.
Nuestras vidas han discurrido por caminos muy alejados, pero nunca nos hemos perdido la pista del todo. Ella se casó de blanco y tuvo dos hijas. Creo que le va bien con eso del dinero, aunque de eso nunca nos contamos. Parece feliz con su familia y con su vida.
Sé que echamos de menos no habernos acariciado, pero fue como fue y nunca ha dejado de serlo.
Quererse así tiene su encanto.
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