mobile isologo
    buscar...

    ¿de dónde nace mi pecado?

    Ariana

    Mar 25, 2025

    0
    ¿de dónde nace mi pecado?
    Empieza a escribir gratis en quaderno

    Dios castiga la perversión.

    ¿De dónde nace mi pecado? de mi deseo.

    Conocí el placer y olvidé la doctrina,

    Evangelismo destrozado, hallanado.

    No existe arrepentimiento,

    Tus besos me purifican y tu toque es mi perdón.

    Incluso si Dios no me perdona,

    No me aterrorizo, soy tuya

    en cualquier infierno.

    Desde que te conzoco, solo sé de blamsefias.

    Soy pecadora de lo divino y sin piedad desobedezco a Dios, él se nota molesto conmigo, hace meses que ya no me visita y me castiga de manera sutil, he intenado hablar con él y explicarle que ya no soy devota suya sino que ahora tú eres mi nueva deidad, eres a quien le rezo cada noche entre jadeos y suspiros de placer. Te rezo y te pienso, me toco pensándote y peco al llenarme de placer tan solo imaginando tu tacto en mí.

    Y yo no siento culpa, la gracia de Dios me prohibió sentir el elixir del ser, yo, rebelde y enamorada, decidí apostar por el vicio de tus manos arañando mi espalda, y cada día, despierto con desespero por tenerte entre mis piernas.

    ¿De dónde nace mi pecado?

    Uno, mirada. Te veo a lo lejos, tus rizos meciéndose con el viento me llevan directamente a tus brazos y me arrullan, me siento tuya aunque no estés cerca de mí. Mis ojos te devoran y te desnudan, recorren cada rincón de tu piel de miel. Te visualizo en un placer intenso en el nido de mi cama: yo controlando tus jadeos, tus movimientos y la intensidad del amor, la fuerza y la pasión. Con mi mirada te digo que necesito que desates la lluvia entre mis piernas.

    Dos, mente. La noche cae y si tú no estás, te tengo presente en mi mente. Antes de dormir, te pienso. Bajo mis manos imaginando que son las tuyas y que eres tú quien me toca, quien se adueña de mis anhelos. Imito tu velocidad con la que tú lo haces, y al punto de terminar digo tu nombre, con la misma esperanza de un «amén», siempre con la fe de que en cuanto el sol entre por la ventana, estés tú con tus manos desesperadas arando mi piel.

    Tres, egoísmo. Te toco con furia, enredo mis manos en tu melena de rizos, y nos movemos al mismo compás, como una melodía sincronizada acaricias mi espalda, esa que amas y que abrazas con fuerza, tus manos bajan a mi cintura que encajan perfectamente en tu agarre y me mueves a nuestra convenenencia, mismos suspiros que nos dicen más que mil palabras. Goce que nadie me ha hecho sentir, nuestro sudor escurre en nuestros cuerpos volviéndose uno. Al cúspide de mi placer y al ver la escena que hemos construido, pienso que solo te quiero para mí, el egoísmo me consume y soy envidiosa con tu deleite, la idea de alguien más teniéndote así me provoca rechazo y pienso en la violencia. La posesión de tenerte únicamente así para mí es mi único credo al que rezo.

    Y ahí nace mi pecado y muere: se metamorfosea en el mandamiento de nuestra religión. Tú no eres creyente, pero sé que tu palabra es mi único dogma.

    M.

    Ariana

    Comentarios

    No hay comentarios todavía, sé el primero!

    Debes iniciar sesión para comentar

    Iniciar sesión