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de cuando el retorno se volvió suave

malvina

Jun 24, 2025

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de cuando el retorno se volvió suave
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Sin ser un ser particularmente nostalgico

les digo que, de todas maneras, puedo atestiguar que la perdida tiene ese no se que de poderosa.

La mismisima perdida tiene miedo de si misma. Por eso se opone ella misma tanta resistencia.

Pero, les digo tambien,

que hubo una vez -no recuerdo si fue hace unos minutos o hace unos años-

en que experimente la conciliacion de la perdida y la vida nueva.

Mil años habian pasado desde que todos ellos se fueron.

Mil noches desde la ultima vez que los llore y rece amargamente.

Desde ese momento en que solte la mano que se entrelazaba con los dedos fantasma.

Desde esa vez que me desenrrolle de la muñeca la soga hecha de dolor y de lumbre,

no sin poca fuerza o reticencia.

Hubo mucha voluntad pero poca libertad.

(¿es que acaso se elige, de verdad, lo que hacemos con lo que no quisimos?)

Mil días habían pasado.

Mil días de semi-placida ausencia,

Mil días de no querer mirar hacía atras por miedo a invocar, otra vez, la resisencia.

Mil dias fuera del imaginario psicotico, dominante.

Mil días de ave fenix,

Mil días de dibujar rayuela de colores tras rayuela de calores con cada paso que daba.

Mil días de aires y espacios.

Pero esa vez,

la de la reconciliacion,

simplemente sucedio:

mientras distraída me fumaba un pucho en el banquito de la puerta de mi casa,

los ví entrar.

Figura tras figura atraveso mi puerta.

Algunas eran de polvo, algunas de ojalata y otras de un vapor humedo.

Se pusieron en linea recta,

una al lado de la otra.

Me miraron con ternura

y yo,

yo respondí igual.

le di un beso a cada una.

a algunas en la frente,

a otras en la nariz,

y otras en la boca.

perdondadas ellas y perdonada yo,

se esfumaron, con una sonrisa torcida entre los labios, hacía arriba.

Se restauro de la perdida lo que no había querido nunca ser perdido:

un poquito de cada sabor me quedo en los labios,

y dejaron, ademas, algo de humo y algo de olor en el aire.

la vida nueva fue perfectamente respetada en todo el proceso y tuvo la oportunidad de poner a prueba su independencia,

su compromiso con esto que nuevo que trato de ser y todavia no soy.

Al mismo tiempo,

nada de la postura de mis pulmones se altero:

seguían en posicion de recepcion. Seguian ofreciendo a todo lo que pasaba un gesto de invitacion a pasar por dentro de mis puertas.

aquella unica vez ocurrio:

mi caminata rayuelistica y mis puertas abiertas no cedieron.

la tentacion dejo de ser.

Y la perdida,

la perdida se recupero de sus apresuradas laceraciones

malvina

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