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De Arte, Alquimia y surrealismo

Dec 19, 2025

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De Arte, Alquimia y surrealismo
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Hace unas semanas comencé a leer a Lacan por recomendación de mi analista. Una recomendación no es un imperativo, de más está aclararlo, pero yo me tomo todo muy a pecho. La recomendación versaba el seminario 11, los fundamentos del psicoanálisis. Sin rodeos: específicamente un punto sobre la mirada fue lo que más me interesó, su "esquizia", su comentario sobre el rol de lxs pintores en esta humanidad que, ya en ese momento, estaba mediatizada. Lx pintorx tiene que ser capaz de crear objetos que sostengan con un mínimo ahínco la atracción a la mirada ajena, la mirada de otrxs sujetxs, que se resuelva un poco esa esquizia. Sumaría además que lxpintorx mismo tiene que ser capaz de alojar en su cuerpo, simbólico y material, la mirada y el comentario de ajenos, no para hospedarlo sin más, sino para metabolizarlo y devolverlo, y así en un círculo infinito de significantes pictóricos. Podría escribir mucho más, y necesitaría releerlo y dialogarlo con alguien al texto, pero no viene al caso en este momento.

Asistimos a un momento histórico de la humanidad en el que nuestra mirada es comprada por espejitos de colores y vendida muy cara por magnátes tecnológicos. Es nuestra propia mirada la que ha pasado a generar la plusvalía que llena los bolsillos de poderosos que manejan todos los medios de producción, simbólica y material, del mundo actual. Una mirada rendida ante la lógica del mercado volátil capitalista. Esto es harto conocido, no es lo que me generó novedad al leer a Lacan paralelamente que leía Finis Gloriae Mundi de la triple entidad Fulcanelli; que, dicho sea de paso, este último texto que menciono, habla también de la mirada desde una perspectiva alquímica, pero comienza a bardear a los "demiurgos fáusticos" que encontraron territorio para instalarse en EEUU, y desde allí expandirse, obrando con crueldad y manipulando demoníacamente los principios fundamentales de la Alquimia heredada de Paracelso y los Herméticos.

Lo que generó novedad a mi juicio es haber leído, y por lo tanto, haber relacionado necesariamente ambos textos. Dada la lectura no puedo hablar de una casualidad: primero, porque Lacan mismo cita a los alquímistas en su texto; segundo porque la causa es mi voluntad evidentemente interesada por lo oculto. Este interés por lo misterioso es otro dato que aporto harto conocido, que contradictoriamente, no aporta nada al texto.

Por un lado tenemos que el rol de lxs pintorxs en Lacan está relegado a tratar con la mierda, en sus propios términos. Juicio que desde mi perspectiva, sólo embellece el quehacer artístico de la pintura. El engaño al que tenemos (lxs amantes de pintar las cosas) que someter a la mirada para atraerla y que se fije, que insista y que encuentre algo de belleza en una pintura, es un engaño infante, más no imberbe. Requiere, como dirían los alquimistas, de un laboratorio en el cual activar un crisol para la mezcla de las sustancias. La persecución de la piedra filosofal es menos fútil que la persecución de la mirada. Y en esta idea ingresa el "por otro lado" que me faltaría en la trama de este texto. Postulo infante porque quizás no parla, las palabras se evocarían en la mente del espectadorx con suerte; más de ninguna manera es imberbe; necesita primero la experiencia de haberse dejado engañar para luego ejercer profesionalmente el engaño.

Este "dejarse engañar" es un acto necesariamente amoroso. Es rendir la propia mirada a una búsqueda perenne entre colores y pinceladas; es dejarse tomar de la mano para bailar guiada por otrx; es insistir inquisidoramente en una intimidad expuesta para ser vista. Es un acto del que no podemos ser conscientes porque, como cualquier otro acto amoroso, te toma sin que lo busques. Es luego de entregarse al engaño que una empieza a amar esa mentira, a escrudiñarla para poder evocarla y conjurarla con el puño propio. Y creo que este aspecto es traspolable a todo el resto de las artes. Lxs artistas somos taimadores, también vendemos espejos de colores, pero qué espejos. Al menos está bueno poder preguntarse por eso. Porque los reflejos que devuelve nuestra labor, bajo mi perspectiva, debe generar alguna pregunta en quien está siendo engañadx. Una mínima incomodidad aunque sea, y no necesariamente tiene que ser una incomodidad pesada de digerir (aspecto que, a pesar mío, siento que no puedo esquivar en mis producciones), puede ser una risa incómoda, como el cine de Lanthimos.

Quizás podría seguir escribiendo un rato largo, pero aquí dejo por ahora. Siento que es un debate muy amplio; pienso además que el ser humano sigue en la edad media, o ha vuelto gracias a la acumulación de capital de unos pocos, a una manera de organización de la vida muy similar. No he leído ningún libro al respecto, pero un par de títulos leídos por aquí y por allá son suficientes para intuir que vibra una verdad actual en esas ideas. Entonces, más que antes, necesitamos volver a leer a los alquimistas, hermetistas, porque nos duermen con esas herramientas y hay que saber combatirlas. Y no sólo combatirlas, hay que proponerle a la humanidad un futuro habitable.

Rocío Giménez Ferradás

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