Hoy la vi, con otro a su lado,
el viento trajo su risa al oído,
y aunque el alma me gritaba, callado,
su rostro en paz me dejó herido.
El amor que en sus ojos vi brillar
ya no es mío, ya no hay más camino,
y aunque en mi pecho quisiera arrastrar
el recuerdo, debo soltarlo, divino.
Las huellas que su amor dejó en mi piel,
se desvanecen como niebla al sol.
Es momento de dejar ir, de vencer
la sombra que en mi pecho tomó control.
El corazón se resiste, protesta,
pero en su huida, debo encontrar calma.
Ya no la amaré, aunque aún me cuesta,
debo soltarla para sanar mi alma.
Que su risa con otro se disuelva
como el mar que borra la arena dorada,
y que en mi pecho, su imagen se pierda,
como un suspiro de una historia acabada.
Hoy la dejo ir, aunque me duela,
y en su adiós, reconozco mi poder.
La amo aún, pero debo ser quien vuele
sin miedo de perder, sin miedo de perder.
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