La caja nació el 1595 a través de las manos cóncavas de Guisseppe Liperin Inostroza Tapia; y gracias a su hija Guinelda Liperon Inostroza Tapia, de 58 años, cuando intentaba quitarle el papel creyendo que se trataba de dinero. Para su desilusión solo encontró una hoja con cuatro líneas dibujadas a rastras y con el pulso desorbitado. Su primer impulso fue tirarlo a la basura, pero se detuvo al notar que uno de los trazos sobresalía perpendicularmente en señal de auxilio. Cuando la tomo por un costado, esta se levantó como si sobre pies dependiera su tridimensionalidad. Verla sobre la hoja provocó el Guinelda un colapso nervioso que la llevó a su propia caja en 1668. La caja tenía las mismas dimensiones con los mismos errores de diseño que el de la hoja. Por lo que, en 1791, su hijo decimosexto escribió un libro de 600 páginas argumentando como su abuelo predijo la muerte de su madre.
Una caja es solo una caja, pero no para todos, porque antes de morir, su hijo decimosexto entregó la hoja a su nieto Segismundo, donde este no pudo evitar reír de nervios encerrado en ella. Término en un manicomio en 1999, y sus huesos descansan en el mismo panteón del hospital dedicado a los enfermos de claustrofobia.
* Imagen de Pexels. Propiedad de Ryanniel Masucol.
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Verónica Abir
Solo lo intento cada día, como respirar. Ves tus ruinas como son, libres de la ilusión, las expectativas (...) de modo que por fin puedes empezar a contar las tuyas. BELMAR, Issac
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