Entre mordidas, mi clamor se ha perdido, en un receptáculo de tu brutalidad me he convertido.
Cordero maltratado, yaciente cegado, entre lobos haz callado.
Queriendo escabullir, tu me tienes en tu asir, entremezclándolos, queriendo tu, desdibujarse hasta quedar vil.
Cuerpo abusado; cuerpo torturado, diferentes notables en el horizonte de un suplicio, con mi último suspiro, envolviéndome en un cuerpo infringido.
Desintegrándome de esta piel, enajenándome corporalmente de esta enfermedad ajena, la cual busca mis venas.
Pretendiendo pureza en lo ocurrido, creyendo en mi conciencia que él se ha ido, pero de mi carne no se va el olvido.
Mi voz, puerta de mi piel, robada ha sido,quebrándome por dentro, sin dejar marcas visibles, quedando solo un vacío en mi cuerpo, careciendo en el olvido.
El simple verso de desnudez me avergüenza.
Dios, perdóname por esfumarme ante tu ojeada, pero quería ocultarme con fineza, cubriendo de mí la vergüenza o la imposibilidad de arrancar de mí la existencia.
Pero esta vergüenza sin duda cumple su impureza, recordándome mi mal tratado con firmeza, con ese rubor agudamente doloroso.
Esta subyugación no era alianza;por medio de mis marcas, he vivido amarga.
Me he asfixiado en piel, en habla, y al ser vulnerada, la muerte es mi santa.
Al ser mi carne lacerada, el suicido será mi germen de esperanza.
Yo sé ,Dios, que tu silencio ya no es tal cuando lloras, porque al derramar tus lágrimas en estos cuerpos vulnerados, con desespero ayudas.
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