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Un caso típico.
Dios amaba a Lucifer. Lucifer amaba a Dios.
Esta es la verdad de la historia del cielo y del infierno. La Tierra, por medio, fue el campo de batalla de su desencuentro.
En su divorcio ambos querían la custodia de este suelo. No se ponían de acuerdo. El planeta azul, único hijo, sufrió todos los desafueros.
Pero pasó el tiempo. La Tierra se hizo mayor y, visto lo visto, renegó de aquellos.
Dios y Lucifer se sintieron abandonados y, dolidos, solos, se unieron de nuevo.
Hoy viven y sueñan juntos. Acabaron su duelo.
La Tierra no es cosa suya.
La gente es lo de menos.
Lucifer, atendiendo a cómo se hacía la vida entre las personas, cerró el infierno. ¿Para que duplicar el calvario?
Y el cielo... llega tan poca gente a merecerlo...
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Ya llegó el futuro.
Desde que yo me acuerdo, raro es el mes que no sale una noticia de un avance científico que cambiará el mundo.
Lo último que he visto es lo de la producción de energía mediante fusión nuclear. Esto vendría a ser el modo de generación de energía inagotable.
Pues bien, algo tan maravilloso, pasa sin mucho aviso, a lo sumo en un breve del final del noticiario en donde se mezcla con lo del tipo que ha batido el récord de ponerse pinzas en el pene.
Todo avance desde que yo me acuerdo ha quedado en poca cosa para el ciudadano medio. Digo que ha hecho ricos a los ricos y el mundo ha seguido siendo perverso.
Tenemos microondas para calentar la leche, vitrocerámica que se raya con las sartenes teflón, coches que aparcan solos, plataformas de televisión para ver series... pero todo cuesta caro.
Imaginen que eso de la energía ilimitada funciona.
Debería ser gratis para todo el mundo y suficiente para todas las cosas. Y he ahí el problema. Lo gratis no renta.
Es normal que a los dueños de todo no les interese dar la noticia a bombo y platillo. Mejor el de las pinzas en la chorra.
Somos ovejitas que dan lana, leche y corderos.
¿Para qué si no, les servimos?
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La jungla.
Hay gente que se siente ofendida y atacada por cosas muy extrañas.
Están quienes no quieren que se casen los homosexuales porque lo entienden un ataque a la familia tradicional. Es como si alguien decidiera que mi modo de escribir ofendiera a Cien años de Soledad. No lo entiendo.
El beso entre dos mujeres...
Que se normalice lo que nunca debería haber estado criminalizado, no es un ataque contra lo único ancestralmente bien visto. Es, sencillamente, lo sensato.
Yo no me veo atacado por ese supuesto exceso (reportajes, series, películas) en el mostrar diversos modos de entender las relaciones sentimentales y/o sexuales.
¿Qué problemas hay ni para uno ni para sus hijos ni para nadie que no odie al prójimo o a algún tipo de prójimo?
Si es por la falta de originalidad en los argumentos: se repiten las ideas de unoso tan abrumador... Fracasos sentimentales, clonflictos padres hijos, problemas económicos, venganzas, ambiciones, celos, amor... Ya sea de época, actual, ciencia ficción... Hay un sinfín de pormenores y por mayores, repetidos.
Así, que se levante la voz desde quienes gustan de los chopos porque no les gusta ver a quienes prefieren los sauces...
No lo entiendo.
No lo entiendo.
Tortura de amor.
"De haberlo sabido no me habría enamorado".
El epitafio era como una advertencia.
Aquella tumba contenía los restos de un amante despechado.
Triste vida la de quienes aman sin ser correspondidos.
Aquel, al contrario que el poeta, pensaba que es mejor no amar que sufrir lo que el desamor lleva aparejado.
Hay un gozo extraño y enfermizo que es recrearse en la derrota. No aprendemos de pequeños y al perder, en los mil luegos, nos negamos a aceptarlo. Y duele.
Soltar y alzar el vuelo mientras lo amado y que nos amó un rato, vuela hacia otro lado. Gozar acaso el recuerdo y aceptar que todo lo que es, es de paso.
Eso es sabiduría, pero solo la alcanzamos cuando ya la tarde es para todo y la noche comienza a envolvernos con su oscuro manto.
Bello amor ¿por qué atas tan fuerte? Y ¿por qué es tu nudo tan difícil desatarlo?
En la tumba yace el sabio.
Hay algo que se asemeja pero que no se suma en esta cuenta. Querer con calma, despacio. Aceptando que hay distancias, que no hay que exigir ni pretender ningún cambio. Ese amor que no es de cine es el que no lastima, el que ayuda en cada paso, el que espera en las demoras sin mascullar, sin enfados.
Cada reproche por un desacierto aleja tanto el cariño como se aleja la nube cuando el viento sopla alto.
Amor, amor, quiero tu suave tacto.
Enmarcado el tiempo.
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Era aquella una ventana angosta y fenbrera; típica de la región triste en la que las almas deambulaban sin más rumbo que el que marca una brújula sin aguja.
La ventanita, en realidad era un ventano. Y su cesto tenía como corresponde al dicho y al hecho.
El cesto se llamaba Antiligrano y era de sorber con ruido la sopa, de siesta larga y circunspecta, de conversación paulatina y de no dar palos ni al agua ni al vino por ser ajeno a toda violencia.
Las horas malheridas, agonizantes, casi muertas se pasaba Antiligrano mirando por aquel hueco sin fuste.
No hacía daño a nadie con ello y para algo habría hecho alguien aquel agujero en la pared; aunque, bien pensado, ¿las ventanas se hacen o nacen por el dejar sin hacer?
¿Por qué Antiligrano miraba constantemente si el paisaje no era para tanto? Cerros tras el llano árido.
Dicen quienes conocieron a este pájaro y pudieron mirar por donde él miraba que, aunque suene extraño, desde aquel lugar, de la vieja casa en lo más alto, se atisbaba, allá a lo lejos, una pizca de esperanza.
Y debía ser por eso.
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No había dicho su última palabra. Fhith Gdhuujii, el escultor del hielo, seguía vivo.
Los rumores de su muerte se habían extendido por causas desconocidas. La información, venga de donde venga, siempre es interesada, y a alguien le había resultado rentable en algún modo, propagar aquella falacia.
No, Fhith, no había muerto.
El polo norte de Amanecer, el cuarto planeta del sistema de Imansar, era su hogar. Allí hacia su vida esculpiendo la "Historia del Desvarío".
Fhith se había auto exiliado de Pandalia, el tercer planeta, cansado del modo de hacer de sus congéneres, y eligió Amanecer porque nadie quería ir allí. Durante años se alimentó de flor de líquen, se cobijó en cuevas de hielo, vivió escribiendo en la sólida agua, esculpiendo, la terrible historia de su raza.
Aquellas trabajadas formas decían tanto, que nadie quiso jamás contar lo que decían; tal era la vergüenza de reconocerse.
Por eso se extendió, como el deshielo bajo una supernova, aquella falsa noticia. Pero no, Fhith, el escultor solitario, no había muerto, no había tallado aún su última palabra.
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"Me hiciste creer que me amabas"
Retazos.
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