Vuelvo a casa después de un turno de ocho horas, mi teléfono no para de vibrar y sonar como loco. Ding, ding, ding. Dejo las botas en el genkan y leo la nota que Ren pegó junto al llavero; cerró todo y tomó prestados un par de libros. No hay mucha iluminación y las cortinas blackout hacen su magia, prefiero la sensación de ser invisible en un espacio oscuro. Entro al estudio e inicio sesión, ignoro lo que sea que haya en la bandeja, no es importante. Hoy no me apetece darme un baño antes, tomo lo que necesito y activo la cámara.
“Estás tan estirado, creo que podría meter el mío fácilmente”.
Sonrío. Me vuelvo un poquito débil a la adoración. Leo las cosas que les gustaría hacerme, las cosas que quieren que haga. “Paga más y podría pensármelo”. Los ruidos que salen de mi boca callan mis pensamientos. Aprendí a fingir desde muy joven, a darle a la gente lo que desean sin poner mala cara.
Termino semidesnudo y con las piernas cruzadas frente a la computadora. Las náuseas golpean más fuerte cuando soy consciente de mí mismo. El olor a silicona y lubricante se impregna en cada rincón de la habitación, como si trataran de recordarme lo que hago a escondidas de Ryū, de Sora y de mi madre. ¿Seguirían orgullosos de mí? No tienen que saberlo. Nadie debe enterarse.
‘12:30 en Kichijōji’, doy clic en «enviar». Al parecer mi día no termina aún.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión