En el vacío de mi habitación, medito, me cuetiono, me enojo y lloro. Tantas cosas dan vueltas por mi cabeza que a veces es dificil parar. Parezo un lavarropas de lavado largo, que no sabes si va a estar funcionando una hora o dos.
Pero, tengo una sola forma de frenar, una sola forma de no chocar contra una pared. Una única salida que cierra mi boca antes que lance una grosería. Una sola salida que frena mis ganas de mandar a todos al... ya sabes.
Su nombre es Dios.
Cuando lo nombro parece que un balde de agua fria cae sobre mi, es como si el reloj se detuviera en el tiempo y todo se vuelve silencioso. Cuando nombro a Dios me siento en el ojo del huracan, en donde los problemas cotidianos, las deudas, el desgano, las preocupaciones no pueden alcanzarme. Cuando nombro a Dios soy otro, uno nuevo, uno que hasta desconozco.
Allí en su nombre encuentro la calma, la paz que sobrepasa todo entendimiento. Allí en ese lugar que solo los valientes se atreven a entrar,allí soy feliz.
Solo con nombrarlo, solo con invitarlo a mi mundo, me hes suficiente.
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