La parte de mí que fallece cuando
estoy con vos.
Aquel pedacito que guardaba el
caos dentro mío desaparece.
Es como sentir alivio y
desesperación al mismo tiempo.
Nunca sé cuándo confiar está de más,
nunca sé cuándo debo aferrarme de más...
o de menos.
No sé soltarte la mano,
pero mucho menos sé cómo aferrarme
a vos.
No sé el querer a alguien eternamente;
no sé lo que es para siempre.
Me aterra posar mi corazón en
tus manos y que vos,
sin dudarlo, lo destroces.
Ya me ha pasado antes,
¿así que por qué seguir confiando?
Aunque... tampoco quiero soltarme.
No a tus dulces brazos que me
envuelven como si fueran un refugio.
No a tus manos que podría
llegar a llamar hogar.
Mucho menos a tus ojos cafés que
me despiertan,
me enloquecen y me aterran.
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