Cuaderno

Estaba sola y triste cómo los viejos versos de este cuaderno.

Sin señal de que tinta nueva toque mi piel, volver a tener algo puro otra vez.

Condenada al olvido cómo un viejo dicho, una vez muerto el último que ese haya llegado a sus oídos, también será la muerte del mío, de todo lo que conozco, de lo que he vivido, de mi.

Un gran torrencial de vida que se arrastra frente a mí, presumiendo lo que yo no tengo, por lo cual no soy feliz.

Lo que tanto necesito se va así mismo cómo si el viento hiciera efecto en todo menos en mi.

Dejándome a la deriva, ya no hay más salida, creo sentir que este es el fin, de mis pensamientos, de mis textos, de la vieja tinta de este cuaderno.

De las hojas opacas, tintadas con café, su olor se fue hace más de un mes.

Totalmente en desacuerdo de mi descontento, porque quiero poder darle vida a los versos.

¿Pero cómo podría darle vida a algo muerto?

Simplemente no resucitan son solo textos, pero es en estos más viejos y olvidados lamentos dónde me sentí completa entre tanto lío.

El que me persigue, el que vive cómo mi sombra, el que no va a dejarme hasta que las hojas ardan en un gran fuego.

Similar a un incendio, me voy deshaciendo, quedando cenizas en vez de mis amados textos.

Simplemente olvidados cómo este viejo cuaderno.

¿Quien va a recordarme si solo soy un lamento?

Lleno de arrepentimientos, no estoy contento.

Puedo sentir que me voy consumiendo, así cómo si el ardiente fuego estuviera entre estos versos, desesperada, angustiada, el humo me asfixia, intoxica, me mata.