Froto los dedos de los pies contra las sábanas y cuento: uno, dos, tres. El frío de la cama entra entre mis dedos. Uno, dos, tres. Mis pies se mueven como si estuviera patinando. El mundo es suavecito. El mundo es calentito. El mundo está hecho a mi medida. Cuento: uno, dos… A la cuenta de tres algo va a pasar. Algo va a cambiar.
Cuando abra los ojos voy a estar, por ejemplo, en mi cama de una plaza pegada al ventanal que daba a la calle Lambaré. Va a ser la noche antes de navidad y mi mamá, embarazada, va a hacerme dos rodetes, me va a poner un vestido rosa clarito, me va a hacer creer que el que me dejó un regalo fue papá noel. Va a oler a pirotecnia en la calle y va a haber estrellitas y bengalas de colores y chaski bum. Vamos a sacar una mesa de plástico a la vereda y van a venir los vecinos de las casas cercanas a brindar con nosotros. El vitél toné mañana va a ser sanguchito en el viaje de camino a San Bernardo. Vamos a escuchar Verde el paisaje del infierno y cantarlo a los gritos mientras la ruta se transforma, allá a lo lejos, en un triángulo de punta finita finita.
Pero abro los ojos y sigo acá.
Cuento: uno, dos… A la cuenta de tres, cuando abra los ojos, algo va a cambiar.
Cuando abra los ojos voy a estar, por ejemplo, en el borde de la pileta de natación para los más chicos. Voy a tener puestos el gorro, las antiparras, la toalla de Barbie como un manto. El olor a cloro se va a impregnar en mi nariz desde el momento de la revisión médica. Voy a tenerle miedo al agua por primera y última vez. Mi papá me va a mirar desde el otro lado del vidrio empañado, el vidrio que separa a los chicos de sus padres, me va a sonreir y yo le voy a hacer puchero, pero después me voy a animar. Me voy a convertir en Mojarrita, la categoría de los más chiquitos. Voy a nadar muchos años.
Pero abro los ojos y sigo acá.
Cuento: uno, dos… A la cuenta de tres, cuando abra los ojos, algo va a cambiar.
Cuando abra los ojos voy a estar, por ejemplo, abajo del puente que lleva el tren por arriba de la avenida Mujeres Argentinas. Voy a estar volviendo de la escuela en contraturno. Voy a pedir un deseo cuando pase el tren. Siempre voy a pedir un deseo. Siempre va a pasar el tren. Voy a creer que mi deseo se va a cumplir (a esta altura ya no es posible).
No importa, voy a pedir mi deseo.
Abro los ojos y sigo acá. Uno, dos, tres. Abro una crema de tomillo. Huele a portal en el tiempo. Abro la crema de tomillo y me la paso por el pecho como si fuera vick vaporú, como nos la pasaba mi abuela. Froto los pies contra la sábana. El mundo es suavecito. El mundo es calentito. El mundo está hecho a mi medida. Cuento: uno, dos…
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