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Creatividad de bolsillo: ideas para tener ideas

Strunk

Aug 10, 2025

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Creatividad de bolsillo: ideas para tener ideas
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«La creatividad no es un estado de gracia ni una chispa divina que aparece de la nada. Es un músculo que se entrena, se alimenta y se cultiva día a día.»

Hace poco me encontré en ese clásico de cualquier creativo: el pedido de "más ideas", más creatividad y mejor contenido fresco. Y en mi cabeza: nada. La famosa pantalla en blanco, la mente en blanco.

La creatividad no siempre aparece por arte de magia.

Cada vez que entro en un bloqueo, hay una frase que siempre aparece y que está presente desde que empecé a formarme en arte: “Do an action that you never done before” (“Hacé algo que nunca hayas hecho antes”). Sinceramente no sé de dónde salió, pero fue una época en donde mi producción visual comenzaba con collage, ideas inconclusas, recortes de revistas y manuales de historia del arte para inspirarme.

Ese simple recorte fue el insight de mi nueva bitácora, después de una clase de encuadernación artesanal en tercer año de secundaria y como nuevo hábito de registro. Se suponía que los artistas hacen eso…

Otra vez, igual que antes, caí de nuevo en ese fútil bloqueo creativo. Ahora sí, me pone en jaque porque la creatividad y producción de ideas dejaron de ser un hobby: ya es mi trabajo y sustento de vida. Aún así, me alivia pensar que la creatividad no es una iluminación divina sino un músculo que se entrena, un recurso que se moldea.

Decidí entonces hacer algo distinto a lo que venía siendo mi rutina: desconectarme un poco del ruido digital, la saturación, la sobreinformación y reconectar con mi interior creativo. Empecé una nueva bitácora al mejor estilo journal  (hacía años que no tocaba papel físico). La idea principal: no tener un rumbo fijo, solo generar un espacio offline donde tener “ideas para tener ideas".

Claramente, sin ideas, solo empecé buscando disparadores y micro hábitos con los que, más allá de esperar la inspiración, se adopten a conciencia para mantener la creatividad activa, con poco tiempo y sin estrés.

“¿Qué hacemos cuando faltan ideas?” es lo que me pregunto al abrir mi bitácora.

Y en la misma página, yo misma me respondo:

“Reciclo un cuaderno / Corto papeles / Busco historias / Leo recetas / Miro libritos / Hago videos / Pego retazos / Trabajo un poquito.”

La idea es simple: la creatividad no se fuerza ni se exige, se invita y se cultiva. Pequeñas acciones que no requieren grandes tiempos ni un modelo ideal, pero sí el hambre de seguir en modo “exploración”.

El siguiente paso es justamente dejar de buscar. Es no salir corriendo a probar técnicas rápidas ni llenar páginas con listas. Es más un darse permiso para procrastinar activamente, aburrirse con intención.

Cocinar, hacer un informe aburrido, ir a pilates o leer un manual de instrucciones puede no ser lo más creativo del mundo, y sorprendentemente hace que la mente quiera escapar: pensar cosas nuevas.

La pausa con intención y sin influencias para mí es clave.

Es para mí el beneficio del tiempo sin estímulos lo que ayuda. La no-presión de lo perfecto, la no-búsqueda de la mejor idea, es lo que relaja la tensión creativa.

Empecé también a anotar sin buscar sentido inmediato, dejando que las palabras, imágenes o ideas fluyeran como querían. No porque cada cosa mereciera ser desarrollada, sino para reconectar con ese lugar donde la creatividad es un espacio de juego, no de presión.

La idea es simple: dejar salir, después curar.

Desconectarme del ruido digital se volvió un acto de supervivencia hoy en día. Es ahí, en ese silencio elegido, donde la cabeza deja de correr y aparece algo que no siempre es una idea clara, sino un gesto, una intuición, una conexión con algo más profundo.

Las preguntas que me hago ya no son un truco para “desbloquear” la mente, sino más bien un diálogo interno que me permite cuestionar lo que doy por sentado, sin la urgencia de encontrar respuestas.

Buscar inspiración fuera de mi área no es un consejo, sino una necesidad visceral. La música, el arte, las calles, la gente, las conversaciones inesperadas —todo eso alimenta y desordena mis pensamientos en el mejor sentido.

Y, sobre todo, aprendí a dejar que las ideas sean imperfectas, a darles espacio para respirar y mutar, sin ese peso de la perfección que tantas veces paraliza.

No hay atajos ni fórmulas mágicas, pero sí un camino que se hace con paciencia, curiosidad y, sobre todo, respeto hacia el proceso creativo.

La creatividad no es para unos pocos elegidos, ni para los momentos perfectos. Es para los que se animan a aparecer, a equivocarse, a reinventarse una y otra vez.

Si querés que la creatividad sea tu aliada, tenés que empezar por aceptar que, a veces, no va a estar. Y que eso está bien.

Strunk

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