Empecé a tomar el café amargo, odio el sabor, odio el olor y el hecho de estar tomando café me hace vomitar... pero lo preparé de la misma forma en la que tú lo hacías cada mañana, empecé a ordenar mi ropa por colores, mirando aquella camiseta llena de los pelos de tu gata, quitando uno por uno ya qué, después de todo, esa era mi camiseta favorita, pero permití que tu gata la llene de sus pelos, cómo un acto de amor.
Aquél pintalabios que yo odiaba empecé a usarlo seguido, solamente porque tus labios al besarme (para convencerme que quedaba bien) se veían hermosos, jugosos y desearía besarlos otra vez, por última vez. Empecé a comer manzanas, para acordarme de tu jugoso olor que inundaba mis fosas nasales cada mañana, dejando que mis lágrimas cayeran en la manzana, al extrañarte de una forma tan triste.
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