Cosa Blanca

Cosa Blanca

¿Sabes qué es lo irónico, Cosa Blanca?

No era el miedo a que me fallaras con otra persona lo que me angustiaba cuando éramos solo tú y yo. No. Mi verdadero temor era que algo te pasara.

Recuerdo esas tardes en que me esperabas en la universidad. Sabía que venías caminando desde la tuya hasta la mía, solo para que pudiéramos volver juntos a casa. No importaba el cansancio ni el tiempo, siempre lo hacías. Con el poco dinero que teníamos, compartíamos alguna comida, como si el mundo solo existiera en ese instante. Pero en mi mente, el miedo latía constante: ¿Y si algo te pasaba?

Imaginaba escenarios terribles. Un loco en la calle. Un ladrón. Un golpe, una herida, una tragedia. ¿Y si, por querer estar conmigo, terminabas lastimado? No me lo habría perdonado jamás.

Por eso, Cosa Blanca, nunca te diste cuenta de la verdadera razón de mi seriedad. No era indiferencia. No era frialdad. Era miedo. Un miedo que me obligaba a mantenerme rígida, que me hacía vigilar cada uno de tus pasos, como si con solo mirarte pudiera protegerte del mundo.

Pero lo irónico, lo cruelmente irónico, es que al final el peligro no vino de afuera.

Fuiste tú.

Tú, a quien protegí. Tú, en quien confié. No fue un ladrón quien me arrebató la tranquilidad, ni un desconocido quien me hirió. Fuiste tú quien me clavó heridas que no sangran, pero que queman en lo más profundo. Un dolor que ningún médico podrá aliviar.

Nunca imaginé que serías tú quien atentara contra mi integridad.

Y, sin embargo, no te odio. No puedo odiarte, porque sé que estás enfermo... pero enfermo del alma. Y yo no voy a quedarme más aquí, intentando sanar lo que no destruí.

Elegiste tu camino, Cosa Blanca. Ahora, sigue.

Pero yo ya no me quedaré atrapada con tus demonios.

Autor; Claudia Perez