juego de verdades a medias, qué gusto de golpearme con ellas como absolutas en mi pequeño mundo. no hay razón para luchar contra ellas. cuando cierro mis ojos, sigo jugando a entender la vida aun si parece que ella me lleva a mí, ante los ojos soy lo que llaman soledad envuelta en opiniones variadas por la sociedad con pensamientos amables pero crudos para mí, la dureza de mi corteza no es capaz de ablandarse siquiera con el más mínimo tacto de quienes me aprecian y que yo aprecio con total consideración arrebatado de amor.
definir mi ambigüedad a lo largo de mi existencía podría conferirme como el ser humano más simple del mundo, no canto, no bailo y cuando lo llegue a hacer fue un sábado en la noche, estaba en la penumbra de la noche escuchando la canción más sosa del mundo a la que me aferraba buscando una identidad, pero cuando se terminan los largos cuatro minutos, ¿qué queda? nada más que las emociones vivas de saberse vivo, pensante, sin un destino fijo, me maravillo de todo y de nada al mismo tiempo.
creo en el amor, pero no entiendo cómo darlo, ilusiones de mis juventudes entre letras; creo en la esperanza y la he vivido con las mínimas acciones que la vida me da y que yo tomo como rastros de esperanza súbita que definen mi creencia como la más alta, entonces entiendo somos pequeños momentos tan compenetrados con nuestra vida como la corteza de un árbol.
viva, viva, viva...
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