Cortejo mediático II: Discursos sobre el romance en redes
Nov 7, 2025
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Introducción
En el artículo anterior, se puso el foco en los antecedentes sobre las interacciones románticas, y en la actualidad, el proceso simbólico que precisa para desarrollarse mediante las redes sociales. A consecuencia de la complejidad de las relaciones mediáticas y el disgusto colectivo por su volatilidad, se desarrollaron múltiples discursos alrededor del amor, los roles de género y qué implica enamorarse en redes.
De alguna forma, algunos discursos, términos o frases que se reproducen en redes sociales pueden generar un efecto positivo en la búsqueda del amor propio y el crecimiento personal.
Por otro lado, hay otros basados en la distancia para la protección del ego y la retroalimentación de un resentimiento colectivo que a largo plazo podrían intoxicar la cultura del dating basada en las generalizaciones, la superficialidad y el miedo.
"Tod@s son iguales"
En esta pequeña frase, se encuentra la evidencia más grande de una especie de patrón relacional afectivo, que tomó fuerzas en las nuevas generaciones. El hábito de generalizar ciertas conductas arraigadas a un género en específico no hace más que perpetuar de forma indiscreta que las personas se vinculen con un “pre-resentimiento”. Cuando la gran mayoría de estas conexiones fracasan, todos los errores de incompatibilidades morales y afectivas que llevaron a su rompimiento terminan resumiéndolo en un “todos son iguales”, sin indagar en los verdaderos motivos de aquel fracaso. Y, sobre todo, resulta conveniente:
Al volcar la culpa, por comportamientos erráticos que se ha aprendido que son el “denominador común” de un género, se logra evadir el cierto grado de responsabilidad conjunta e individual, mal o no ejercida, dentro de la relación.
Darle lugar en la sociedad a esa creencia, intoxica aún más las actitudes reflexivas y basadas en la ternura e intimidad “tradicionales” cuando se trata del verdadero sentido de relacionarse.
Después de todo, el paradigma del cortejo mediático impone una cierta distancia con el otro que resulta escéptica, segura y evasiva.
Darle voz a este tipo de creencias sin la consciencia y reflexión propia, solo se está retroalimentando la continuidad del ciclo de vida de esta, y por consecuencia, de relaciones indeseadas.
"Trucos psicológicos para…."
Antes de nada, cabe aclarar que los trucos psicológicos pueden ser muy útiles para identificar, potenciar o evidenciar un grado de interés con el otro. Sin embargo, si no se tiene conciencia de los propósitos de su uso, brindar esta información de forma gratuita puede proponer un tipo de acercamiento lejano al amor que se espera.
Se debe tener una claridad innata para interpretar y aplicar trucos de psicología para gustarle a alguien. El riesgo que se corre al tomar estas estrategias como método infalible y abusar de ello impulsivamente propone una creencia, sutil, pero peligrosa: El hábito de que el amor y el proceso de cortejo implica intentar controlar al cortejado.
De una manera u otra, el conocimiento proporcionado, pero mal interpretado, tiene fines de establecer un cierto dominio inconsciente sobre las actitudes de la otra persona. Otra vez, la ilusión de que uno controla al otro no solo es falso y evoca más distancia como protección, sino que es el paso a una idea totalitaria del amor.
"Para amar a alguien tienes que amarte a vos mismo primero"
Esta es una frase muy repetida con la intención de promover el amor propio y no terminar en relaciones conflictivas que pueden darse a raíz de una baja autoestima. El mensaje no es erróneo, pero puede caer en cuestiones simplistas y considerarse indudable, si no se tiene un buen criterio propio. El cuidado y la confianza son siempre factores positivos que deben atenderse para el bienestar general de una persona, eso es indiscutible.
Sin embargo, hay que reconocer la humanidad en el otro y las inseguridades que pueden o no ser trabajadas durante una relación de pareja. Es relevante mencionar que la frase llevada como un testamento sagrado, puede nublar esa realidad: Así se formula la creencia de que el amor propio es la única moneda de cambio para experimentar el amor romántico.
Independientemente del nivel de autoestima, toda persona es merecedora de amor, y esta frase debe retomarse aplicando la interpretación contextual. Sin ella, está la posibilidad que se presuma una creencia basada en que las personas que “no se aman a sí mismas”, serían indignas de experimentar una relación sana. El criterio es fundamental para identificar si es posible la estabilidad de la relación y que los problemas de autoestima no la afecten.
"Manchild y el princeso"
Estos tres conceptos han surgido en nuestra era contemporáneo y específicamente, el termino Manchild (gracias Sabrina por tanto) acuna a otros arquetipos como el “Princeso”. En este paradigma, el Manchild se utiliza para representar todos los aspectos que se consideran indeseables, tóxicos o inapropiados en un hombre.
La característica principal que los distingue es un comportamiento inmaduro. Este replica necesidades infantiles que ya no deberían exigirse en una edad determinada, contradiciendo el principio de autosuficiencia y responsabilidad, tanto material como afectiva, que se espera.
Algunos ejemplos de esas conductas pueden ser el demandar atención excesiva sin retribuirla, incapacidad de tomar decisiones, falta de compromiso y responsabilidad, un egocentrismo desmesurado, escaza constancia en promesas y honestidad, y la comprensión de dinámicas amorosas, así como las necesidades afectivas del otro etc.
Por otro lado, la base del arquetipo del princeso es la asunción de un papel pasivo, en el que coloca a la mujer como la fuente de atención, cuidado, detalles y persecución de conquista. El problema con este arquetipo no es la pasividad en sí, sino su irreversibilidad. El princeso se predispone a la recepción de todo afecto y detalle, sin la intención de delegar ese rol o dar paso la versatilidad. Al final, lo que se pone en juego y provoca tensiones, es la reciprocidad.
El problema no radica en que se rompan patrones de género y que el hombre se disponga a tomar una cierta recepción. En el contexto social actual, a veces es lo más sano. Sin embargo, el princeso rescata una cierta característica del Manchild, que es la falta de consciencia y esfuerzo que requiere nutrir una relación desde distintos o mismos polos.
El dilema más grande de este arquetipo es que cree que las criticas van dirigidas a su comportamiento pasivo, y no a la inmovilidad y exigencia infantil que lo arraiga. El princeso no quiere aceptar y sentir el amor, quiere apropiarse de él, de la posición que le posibilita hacerlo, como si fuera un bien reproducible y de recibimiento unilateral.
La expansión de estos conceptos tiene como consecuencia una connotación aún más negativa cuando se trata de adoptar o recibir amor siendo hombre, y al género en sí (es otro ladrillo al monumento de “Todos son iguales”). Lo más importante, es que la confusión entre una clara pereza e infantilidad emocional y una disposición a ser quien recibe el cariño, es mucho más ruidosa.
El acercamiento e intimidad que este accionar puede cultivar, ahora vuelve a ser perjudicado por el miedo a ser percibido como “menos” hombre cuando se le recrimina su comportamiento. El efecto individual, termina por afianzar con más miedo un estándar machista que todavía cuesta de desmantelar como sociedad.
Sobre todo, en mujeres que tienen el hábito de asociar la resolución de conflictos, la productividad y el compromiso, al género masculino. Algo que podría impactar en lo privado, se torna colectivo; potencialmente recesivo, retrograda y dañino. En este caso, la responsabilidad no recae en un solo extremo.
"La mujer exitosa no puede tener una relación"
Tras tantos años de lucha por la equidad, la mujer moderna por fin puede tener todo el conocimiento, independencia y libertad en diversos ámbitos de su vida. Al parecer, el mundo entero las reconocía, celebraban y amaban…hasta que realmente se mostraron inteligentes, independientes y libres. El concepto de la mujer exitosa, no se reduce o es excluyente a la prosperidad de su desempeño laboral, sino la actitud con la que enfrenta la vida y sus relaciones. La característica más poderosa de este arquetipo es la confianza y la determinación que emana y se ve reflejado en sus acciones.
Algunos principios de la mujer exitosa se basan en una ambición muy grande, claridad mental, movimiento constante y exclusividad cuando se trata de relaciones interpersonales.
A diferencia de muchos, la misma claridad que las destaca hace que tomen decisiones meditadas y limitar lo que les resulta desagradable o fuera de su ética.
El mismo cine, ha reflejado sus problemáticas y virtudes como prueba de ello: Miranda Hobbes y Samantha Jones de Sex and the City, son claros ejemplos de este arquetipo. Sin embargo, como una especie de destino inevitable, la creencia redundante es que el mismo éxito, y la personalidad que les provee, de estas mujeres; es la recompensa de haber pagado el precio de la soledad. Según esta perspectiva, esa actitud determinante o vida próspera, es la que las obstaculiza a obtener una relación romántica deseada. Desde este paradigma, ninguna mujer puede tener amor y éxito, debe ofrecer uno para conseguir lo otro. En ese sentido, la duda me acecha ¿Es una cuestión de que ella es el problema o la cultura les ha enseñado a los hombres, a temer su determinación?
¿Es posible que logren amar a la mujer exitosa sin intentar rebajarla, o serán presas de su creencia?
"El Dark Romance como el amor ideal"
Desde finales del año pasado e inicios de este, en yankeeelandia se publicaron una serie de libros de distintas autoras con clichés en común. Erizan la piel, son oscuros, el buen sexo es moneda corriente y el único medio de amor en el que la protagonista recibe un trato de decencia humana básica (y a veces, ni eso); en un contexto de constante peligro que resulta “sexy”. Por supuesto el ingrediente infaltable: personajes masculinos atractivos de “moralidad gris” pero aman a la protagonista y su pasado traumático justifica todos sus comportamientos.
Ahora me acecha la duda, ¿Los personajes masculinos son realmente hots por su moralidad gris o simplemente son violentos inmorales, avalados en una zona gris por su hegemonía y habilidades sexuales?
Siendo completamente justos no es un tema exclusivo de las redes sociales ya que indaga la literatura moderna para jóvenes adultos. Sin embargo, todo el fanatismo y visión por este tipo de historias no paran de invadir mi fyp de Tik Tok e incluso los reels de Instagram. Y no puedo callarme al respecto.
A estas alturas, la gran mayoría de personas que avocan por este estilo de libros, están en edad de discernir entre el bien y el mal. Pero ¿Qué hay de quienes no? Hablo de aquellos que tienen acceso a ese contenido aun con un criterio poco desarrollado. Y aunque lo tuvieran, ¿Qué tan seguros estamos de que no nos afecta la violencia en objetos culturales que “retratan” el romance actual?
Siempre indico que no es necesario llevar todo objeto o tópico de crítica al extremo. De todas formas, desde hace años que se nos implantó un chip que fusiona comportamientos violentos indispensables del amor. Primero fue la Bella y la Bestia con un síndrome de Estocolmo casi descarado al ser una adaptación para niños, luego 3 metros sobre el cielo en los 2000´s con un protagonista cuya personalidad abusiva y peligrosa fue apenas camuflada con un “dolor y pasión” incontrolables (parecía que la única solución a ello eran las picadas ilegales y golpear a Babi). ¿Actualmente? Estos libros que retoman arquetipos tan encantadores como el de un secuestrador, psicópata pero que muere de amor por la protagonista. Y ojo, no se confundan: Esa “locura de amor” no le impide a nuestro héroe tratarla como un saco de carne y huesos. Pues, recordemos, la base que determina el atractivo de estos personajes y que mueve la trama, el romance, es que están idos de la cabeza. Resumiendo, son una combinación moderna de los dos anteriores, con menos intención de suavizarlo, más hegemonía y sexo.
No demonizo al género, en lo absoluto. Creo con firmeza que puede haber y escribirse mejores obras que representen el Dark Romance y en los que la protagonista no sea violentada cada dos páginas. Hay muchas maneras de retratar una moralidad gris sin caer en comportamientos abusivos casi patológicos, o de simplemente plantear una estética más acorde. ¿O es que acaso la columna vertebral del género es la violencia? Porque eso es otra cosa a lo que le estuve dando vueltas. ¿El dark romance es en esencia tóxico o sus narrativas nacieron mal encaminadas por una interpretación retorcida?
Las obras más conocidas como la bilogía de Haunting Adeline solo retratan la oscuridad desde un punto que sobrepasa lo estético. El secuestro, el abuso físico, la violencia sexual, la manipulación emocional y el tráfico de personas son solo algunos de los tópicos o trigger warnings que se destacan. No es “oscuro o gótico”, es perturbación suavizada por el lenguaje estético de la literatura.
Lo importante acá, es no caer en que estas concepciones del dark romance, no sobrepasen la ficción y ser conscientes de los temas que de verdad se ocultan en la poesía que implica escribir.
"La sexualidad como dealbreaker universal"
Como alguna vez dijo Sabrina Carpenter, “Lo único que hace es cantar sobre esto’ (el sexo). Pero esas son las canciones que ustedes popularizaron, está claro que les encanta el sexo, están obsesionados con el sexo”. Si bien ella habla del tema música, es interesante el planteo de la sexualidad como un factor que nos determina en casi todo. Freud (maldito seas), ya lo ha dicho y legitimado antes: En ese sentido, no somos ajenos al axioma de la ciencia misma.
Sin embargo, hay una línea delgada entre vivir la sexualidad con plenitud y que la sexualidad limite a la gente de vivir plenamente sus relaciones. Aquí me acecha la duda, ¿Quién realmente puede experimentar el sexo con libertad y quienes lo usan como una limitación que amenaza con eclipsar el amor?
Es un tema mucho mas complicado de lo que parece: aborda los límites y deseos en las relaciones, el riesgo de que se use para manipular y a veces se separan o fusionan ambos factores; como una unidad que debe ser en conjunto para que funcione el vínculo, u dos cosas distintas que no pueden mezclarse.
Múltiples experiencias en relación a la sexualidad, han llevado a creencias de su práctica con el otro como una necesidad indispensable e innegociable. Esto genera tensiones sobre todo en relaciones cis heterosexuales donde el libido y mentalidad funciona de maneras distintas ya desde la parte biológica. Además, ¿Qué hay de las personas sexuales en todo esto?
Por supuesto, la sexualidad nos interviene a todos pero no de la misma manera y no a los mismos niveles. Sin embargo, el discurso popular habla del sexo como un factor determinante para la longevidad y funcionamiento de una relación romántica de manera universal. Un dealbreaker. Aquí me acecha la duda, ¿Sin sexo no puede haber amor?
Es delicado hacer sentencias definitivas, pero me tomo igual el descaro de hacerlo: Es posible. La verdad de la milanesa es que sí, es una necesidad y un instinto humano, sin embargo, no es imposible vivir sin ello.
La cuestión está en si esa necesidad se elige o no como eje para encaminar la efectividad de una relación. O la disposición que tengas de colocar otros aspectos como primordiales en el amor. Es cierto que para algunos en su estructura no se puede concebir el amor sin el sexo, simplemente no funciona para ellos o es una tortura. Aún así, la vivencia universal es prueba de que es algo elegible y modificable. Por otro lado, la sexualidad puede experimentarse de otras maneras que no impliquen a la pareja. A veces la propia compañía basta.
El impacto que tiene esta creencia de que el sexo no es negociable universalmente, lleva a muchas personas a practicarlo incluso si sobrepasa sus límites o ganas con tal de mantener el amor con ellos. Eso puede verse reforzado o no en las dinámicas de pareja, pero la realidad es que es un pensamiento que hace ruido incluso sin la exigencia del entorno privado.
Lo primordial es entender la sexualidad en conjunto, claridad y la compatibilidad en las limitaciones interpersonales, más no tomarlas como un mandato general.
Estamos en una era donde es muy fácil tener acceso a distintas voces y perderse en ellas, perderse en el ruido que no nos deja pensar con claridad o mantenernos firmes en lo que creemos. Como siempre, el criterio y el consumo a consciencia son la única guía de supervivencia que tenemos en esta selva mediática. El ruido seguirá aumentando, persistiendo. En ese caso, solo queda desintoxicarnos de aquellos discursos que no nos pertenecen, que entorpecen nuestra visión del mundo y como nos relacionamos.
¿En algún momento se vieron afectados por todas estas creencias?
¿Qué otros discursos escucharon o les perjudicaron la cabeza?
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