abriré mis viejas heridas para que de nuevo entren tus palabras.
aunque en tu ausencia no dejé de golpear mi sien, ni abandone mis prácticas masoquistas contra mis venas.
mi sangre se niega a absorber lo que no sea tu sabiduría.
me claudico ante el filo de tu índice, que sea ancla y se encaje en mi cuello.
toma un poco de mi dolor e iluminará tus pupilas,
yo palabras para liberarlo ya no tengo, creo que las gaste en vos.
porque ahí estoy yo, culpable de mis mil muertes, y allá estas vos, con el amanecer en el cuello, ardiendo mi dolor.
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