Convertiste mi invierno en primavera

Tanto tiempo esperé a que me vieras, que estaba ahí, justo frente a ti, y hoy, al fin, nuestros ojos se encuentran al atardecer del invierno más frío de la historia. Parece nevar afuera, pero no nos importa. Estamos tan inmersos en un desesperado abrazo, que desgarra la ropa que nos abrigaba pero que ya no lo hace, porque nos pesa, nos estorba, y la necesidad del tacto, de sentir nuestra piel fusionarse, es más fuerte.
Me gusta que estemos así, tan energéticos y a la vez tan indefensos ante tal exposición. Me hace sentir deseada, y así mismo yo te deseo.
Así que sigue, sigue rodeando mi cintura con tus brazos, entrelaza tus dedos con mis rulos desordenados, piérdete en el café de mis ojos. Y ahora que me ves, no apartes la mirada. Que yo, que siempre he visto nublado, hoy más que nunca veo todo claro. Quiero ir de tu mano, verte fijamente y apreciar cómo el sol, con delicadeza, acaricia tu rostro. Y yo igual me pierdo en tus ojos cafés, y en tus labios, que como un imán hacen que me acerque más y más.

Cielo, si esto es un sueño, no quiero despertar. Viviré de ilusiones y una eterna ensoñación, para no dejarte ir jamás.