Hoy la luna me volvió a hablar:
—Todavía no la dejas ir —dijo.
—No es tan fácil cuando se quiere así —le respondí.
—Pareces retardado.
—Por su amor he suplicado —repliqué.
—Tal vez no lo suficiente —dijo engreidamente.
—Como si supieras lo que se siente… —contesté.
—¿A qué te refieres? —preguntó, algo confundida.
—A que no le importa mi vida.
—Dramático.
—Entrometida.
Nunca entendió por qué yo sufría tanto, y me llamó bastardo.
Pero estuvo presente en mi triste llanto.
Me dijo que debía olvidarla o invitarla a una charla.
Me reí… suena tan fácil si se dice así.
Ignoré el hecho de su indiferencia y le volví a escribir.
Fue extraño, pero me sentí feliz.
¿Feliz de volver a ser ignorado?
Tontas palabras de un ilustre enamorado.
Tal vez se sintió bien saber que está mejor sin mí…
digo esto sabiendo que antes la hacía reír.
La mente cansada y la vista trasnochada,
cada día escribo una actualización
para estas crónicas alborotadas.
Gracias, luna, por el consejo.
Gracias, sol, por olvidarme.
Ahora solo somos yo y la luna,
porque el sol no se digna a visitarme.
Juan Penagos
Escribir es mi hobby. Me encantan los poemas y la prosa lírica; me parece una manera agradable de expresar algo o de narrar un hecho. Espero poder conectar con la gente que me lea.
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