Contrato (julio). Parte 1 de 4.

-… Así que le dije que pactemos un plazo para estar juntos.

Tres meses, 92 días. Agendé en el calendario el día 21 de octubre como fecha predeterminada para finalizar nuestro tiempo juntos. Últimamente soy como Carrie de Sex and the City: busco parejas potenciales emocionalmente no disponibles. Pero él me gusta, así que de mutuo acuerdo decidimos pactar el día en que dejaríamos de hablar. Tres meses nos pareció un tiempo prudencial, aunque fue totalmente aleatorio. La gracia de este contrato emocional es que vamos a fingir que no hay plazo mediante, que la idea de lo efímero no existe.

Ese 21 de octubre que ahora parece lejano, nos sentaremos a charlar sobre lo que sentimos. Es estúpido, ya sé cómo va a terminar. Hice la cuenta: si nos vemos dos veces por semana tenemos, neto, 28 salidas hasta ese día. 28 como el mes de Febrero, febrero como el mes del amor (una busca señales en lo circunstancial).

Viéndolo en retrospectiva, es casi como un plazo académico, un contrato temporal de un laburo en negro, una estación del año. Cursaremos juntos el fin del invierno y le sonreiremos a la primavera.

Actualizaré la historia el mes siguiente. Hoy estamos en julio, quizás ni siquiera llegamos a agosto.