Le preguntan sobre los dilemas de los artistas, su moralidad monstruosa y su fatal identidad. Sin razón de serlo lo que ocurre en el abismo, como perviven demasiado tiempo y como se les derrota. Contradicciones del amor y una psique víctima de la crítica. ¿qué ocurre cuando la reflexión brota de sí misma?
Los cráneos se miraron esperando la respuesta de la cabeza, caliente, decorada con ajonjolí. Solo el contenido de la experiencia respondió volviendo a sus asuntos. ¿Ellos aprendiendo el lenguaje de sus padres?, preguntaron los cráneos más celosos que antes. Mientras hallan comprendido, no necesitan ser satisfechas, respondió enojado, sumergiéndose en el caldo. Los cráneos se acomodaron entre los huesos y los enseres del brujo. Si crear no nos ofrece una garantía sublimatoria, que nos queda, que nos queda, dijeron al unísono.
El brujo regreso con verduras frescas del mercado, subiendo el fuego para provocar hervor. Revisó el tiro de la estufa y se dispuso a descansar en el sofá. La cabeza enterrada a pocos metros, la encontró jadeando sobre unas hojas con un mensaje clavado por debajo de la lengua. “Nadie construye sobre un imperio”.
¿Qué significa esto?, le preguntó el brujo, sacándolo del fondo. La cabeza olió su sangre recordando la mitad de la noche, el encuentro con los cobradores y la suposición de saber demasiado. He leído por ahí que se emplea en los arrebatos, respondió con sorpresa de descubrirse a si mismo en una verdad.
El brujo lo dejó comer de las verduras hervidas que la cabeza arrastraba con la lengua. El brujo tomó el caldo y profirió maldiciones a los culpables que no tardaron en hervir en sus entrañas.
El problema es que las calaveras no se callan nunca, dijo el brujo y se echó a dormir. La cabeza ahora junto a los cráneos se acomodó entre los enseres del brujo, hasta que escuchó una pregunta. ¿De qué color te gustaría la urdimbre para una vieja cabeza como la tuya?
Imagen de Pexels. Propiedad de Kelvin Garba
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Verónica Abir
Solo lo intento cada día, como respirar. Ves tus ruinas como son, libres de la ilusión, las expectativas (...) de modo que por fin puedes empezar a contar las tuyas. BELMAR, Issac
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